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Manuel Esono, sacerdote: «Que recen no solo a nivel espiritual, que cumplan con las normas que se han impuesto»

Manuel Esono, sacerdote: «Que recen no solo a nivel espiritual, que cumplan con las normas que se han impuesto»

El padre Manuel Esono camina solo junto al coche fúnebre. Otro funeral en el que él se convierte en el único punto de consuelo para los pocos familiares que pueden asistir al cementerio de San Gabriel en Málaga a despedir a su ser querido. Nada tienen que ver las ceremonias de ahora con las que se celebraban antes de que esto pasase. El silencio es conmovedor. Las normas para evitar el contagio han llegado hasta al momento del último adiós. 

Manuel se turna para oficiar los sepelios junto a tres sacerdotes más. Hacen turnos de dos por día y en estos momentos ha crecido su actividad. Las ceremonias son íntimas, y muchas de ellas a pie de crematorio. Hay quien incluso ha preferido no hacer nada y esperar a que todo esto pase para poder celebrar un funeral como los de antes. Como los de antes y como han sido siempre, hasta que llegó esta pandemia mundial. 

 

A los fallecidos por Coronavirus, hay que sumar aquellos que fallecen por otras causas. Unos y otros familiares, independientemente de la causa, necesitan más que nunca ahora ese consuelo que antes se recibía al estar rodeados de gente querida, de toda la familia unida, de los amigos… Manuel sabe que es parte de su papel como sacerdote suplir a todos ellos mientras esta situación permanezca. “El apoyo ahora es mayor. Consolamos a los pocos familiares que llegan. Los consolamos con palabras de aliento”, nos dice. 

Este sacerdote originario de Guinea Ecuatorial es el párroco de la Iglesia de San Lorenzo Mártir en el Valle de Abdalajis. Su parroquia es pequeña, en la Misa dominical apenas se dan cita entre 30 y 40 personas. Pero ahora no hay nadie. Él sigue celebrando su Misa a diario. Solo. Con los bancos vacíos. Pero se siente acompañado porque ya sea por Facebook o por Youtube sus feligreses están ahí. Hasta los fieles mayores, que son la mayoría, han aprendido a acceder a las nuevas tecnologías para participar de la Santa Misa o del Septenario que acaban de terminar a la Virgen de los Dolores. 

«Diariamente a las 18 horas participan en la Misa por Youtube y Facebook»

“Diariamente a las 18 horas participan en la Misa por Youtube y Facebook. Y después me llaman para decirme que me han visto y que les ha gustado lo que he dicho. Seguimos manteniendo el contacto y me animan para que lo siga haciendo así”, asegura. 

 

Le preocupa no estar cerca de ellos en estos momentos tan complicados. Sobre todo lamenta no poder seguir con las confesiones «ni siquiera por teléfono cuando hay mucha gente que lo necesita». Lo que sí recibe son llamadas de personas que buscan compañía, apoyo y consuelo en estos días tan complicados. Igual que ha intensificado el ritmo de llamadas a su familia que vive en Guinea Ecuatorial. Está preocupados por ellos, porque llegue la pandemia a su región, aunque por el momento no lo ha hecho. Cosa que le tranquiliza. 

«Yo les diría a los cristianos que desde la Fe no pierdan la Esperanza, que sean fuertes y que recen»

En el pueblo no hay nadie en la calle. Todos están cumpliendo con las normas de confinamiento impuestas por el Gobierno y el padre Manuel asegura que esa es otra forma de rezar. Quedándose en casa aunque suponga un sacrificio. “Yo les diría a los cristianos que desde la Fe no pierdan la Esperanza, que sean fuertes y que recen. Que recen no solo a nivel espiritual, que cumplan con las normas que se han impuesto, que no salgan de sus casas y así nos protegemos todos. Nadie sabe dónde se puede contagiar. Que recen y no pierdan la Fe”, insiste que es momento de unirse en esa oración para que Dios bendiga a las familias y a todos los que están sufriendo. Él ofrece la Misa a diario por ello. 

Lo que sigue llevando peor en su día a día son los funerales. A los de San Gabriel se unen los que tiene que oficiar en su pueblo. Se emociona cuando me dice: “No es lo mismo enterrar a una persona de 90 años que sabes que ha vivido mucho y que es ley de vida a enterrar a una persona de 40 años o a una madre de 35 con niños pequeños. Yo me emociono de ver cómo se puede romper una vida a esa edad”. Se le entrecorta la voz al otro lado del teléfono cuando hace esa reflexión. 

Muchas veces solo nos acordamos de Dios cuando nos pasan cosas malas. Ya sea para reprochárselo o para pedirle que nos ayude y nos eche una mano. Por unos y por otros reza cada día Manuel desde su iglesia ahora llena de bancos vacíos pero llena del mismo amor de siempre. El que crea que rece también por ellos, por los sacerdotes, que como Manuel nos dan cariño y consuelo, mientras sus días se suceden en soledad y alejados de sus familias. 

Fotografía: Lorenzo Carnero

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