Estás leyendo
La desescalada. Libertad individual, felicidad colectiva; o ¿no?

La desescalada. Libertad individual, felicidad colectiva; o ¿no?

Los que me conocen bien saben que hay una frase que me encanta y que uso en muchos ocasiones: «Libertad individual, felicidad colectiva». Pero aunque pueda entenderse en otro sentido, siempre va implícito en el concepto de libertad individual, «la libertad bien entendida», esa que nos permite convivir sin hacernos daño.

La desescalada parece que a algunos se les está haciendo cuesta arriba. Si en estas semanas hemos permanecido unidos para, entre todos, frenar la dichosa curva, parece que ahora, con estas pequeñas cotas de libertad que vamos recuperando, cada uno va a su aire. Posiblemente no hayamos aprendido tanto como creímos que estábamos aprendiendo. No estamos unidos y hay muchos que volviendo al individualismo más absoluto, han entendido que esto no va con ellos. Que se acabó. Que ya no está en coronavirus en la calle. Pero si queremos que la epidemia no vuelva a suponer un colapso sanitario y que se reactive poco a poco la economía, tenemos que poner todos de nuestra parte. Las acciones individuales sumadas forman ese todo, esa unión que es la que genera una gran acción. Estos primeros días de desescalada, la llamada fase 0, dejan imágenes y escenas preocupantes. 

«Posiblemente no hayamos aprendido tanto como creímos que estábamos aprendiendo»

 

«Nuestro comportamiento puede llevar a un retroceso»

Málaga se sumerge poco a poco en esa nueva normalidad. Las cifras de contagiados y muertes no hacen a la capital del todo aptas para pasar a la siguiente fase, aunque se propone desde la Junta de Andalucía que lo haga con ciertos condicionantes. Todo es incierto y posiblemente no sabremos nada hasta que lo decida un comité de expertos que permanece en el anónimato por miedo a las presiones que puedan sufrir… podrían aplicar ese anonimato también a partir de ahora a los políticos o a los jueces, así podrán trabajar sin condicionantes. El caso es que parece que hemos entendido que hagamos lo que hagamos iremos recuperando la libertad de movimiento, pero no es así, nuestro comportamiento puede llevar a un retroceso y a un nuevo confinamiento. No podemos cambiar el mundo nosotros solos, pero cada uno puede contribuir a que el mundo cambie, a que avancemos en esta desescalada.

» Tenemos que demostrar que vamos por delante de ellos»

Esos aplausos en los balcones no sirven para nada si ahora no transformamos el agradecimiento y el apoyo en acciones concretas. Posiblemente, la gestión por parte del Gobierno no haya sido la más efectiva, ni la más rápida, pero los ciudadanos tenemos que demostrar que vamos por delante de ellos. Me planteo si esto no sigue siendo un patio de colegio con todo lo que nos está pasando; se supone que deberíamos haber madurado como sociedad. Parece que mientras unos se ciñen en cumplir cada una de las recomendaciones y son prudentes para no volver a colapsar las urgencias y la economía del país, otros han decidido que esto no va con ellos. No es cuestión de ser obedientes, es cuestión de ser responsables. 

«No es cuestión de ser obedientes, es cuestión de ser responsables»

Es llamativo y preocupante observar a las horas del paseo como grupos de amigos caminan o van en bici muy pegados, hablando entre ellos y en muchos casos sin llevar la mascarilla. Y no, no es obligatorio llevarla, pero tampoco lo es llevar calzado y todos lo llevamos para no pincharnos. Supongo que pensarán que no están en el grupo de riesgo y que a ellos no les puede afectar. Se les olvida que todos formamos parte de una cadena, y decisiones que tomamos sin pensar en su transcendencia pueden tener consecuencias muy graves o muy beneficiosas, dependiendo de cómo actuemos. Vivimos en sociedad, formamos parte de un todo, y ahora más que nunca es necesario que seamos conscientes de ello. 

 

Claro que nos apetece quedar con familiares y amigos y borrar todo lo que nos ha pasado, pero es que ni podemos ni debemos olvidar que esto no ha terminado, que la desescalada se puede hacer muy cuesta arriba si no subimos juntos cada escalón pero sin darnos la mano. De nuestro comportamiento depende el resultado. 

Todos queremos recuperar la normalidad que teníamos antes, pero eso exige de paciencia. ¿Cómo va a afectar que yo incumpla las normas? Es que muchos ‘yo’ incumpliendo las normas pueden llevar de nuevo a muchas muertes y aunque no podemos vivir con la espada del miedo presente, sí debemos hacerlo con la de la prudencia. 

«Puede suponer que firmes una sentencia de muerte»

Que tú quedes con tus amigos para hacer deporte, que no uses el gel hidroalcóholico o no lleves mascarilla, puede suponer que te infectes y, aunque no lo manifiestes, firmes la sentencia de muerte de tu vecino del quinto al subir en el ascensor, o la de tu propia madre. A su vez, un sanitario se infecta mientras los cuida y termina pasando un mes en la UVI. Muchos ‘yo’ actuando de manera irresponsable darán de nuevo con una nueva gran crisis en la que mucha gente va a morir y va a pasar hambre. Y sí, papá Estado va a pagar una renta mínima, ayudas a los autónomos, los planes de garantía, pero los recursos de papá Estado dependen de lo que generemos entre todos. Y la bolsa se acaba… No es ilimitada. Que tu padre cobre su pensión también depende de ti. No, en este país nada es gratis. El Estado ni Europa tienen una fuente mágica de la que sale el dinero. Sale del trabajo, el esfuerzo y el sacrificio de todos. Ni la educación es gratis, ni la sanidad lo es, estos servicios con los que se nos llena la boca al hablar del Estado del Bienestar lo pagamos entre todos. Y si el tejido productivo se va al garete, si cerramos de nueva la economía, atengámonos a las consecuencias. 

«Supongo que todos esos imprudentes tienen inmunidad ante la enfermedad y la vida solucionada»

Me he puesto muy demagógica y posiblemente tremendista, pero es que realmente me entristece estar observando determinados comportamientos en la calle. Supongo que todos esos imprudentes tienen inmunidad ante la enfermedad y la vida solucionada, de otra forma no lo entiendo. Y sí, cada uno somos dueños de nuestra libertad, porque somos seres libres. Pero esa libertad se puede usar para hacer el bien, o para provocar mucho daño a los demás que puede terminar revirtiendo en nosotros mismos. 

He destacado lo negativo, pero también hay mucha gente que lo está haciendo bien. Que cada uno valore y se aplauda, o que recaiga su conciencia lo que pueda pasar. Mientras, intentaré seguir sacando mi pequeña empresa adelante, teniendo cuidado de no contagiarme ni de contagiar a los demás, y si pierdo en esta partida, al menos, me iré con la conciencia limpia y la tranquilidad de que hice, desde mi parcela de libertad, todo lo que pude por mi parte, porque ejercer esa libertad pensando en la colectividad es la que realmente nos hace felices, no la que se centra en la obtención del placer inmediato. Eso daría para otro post. Cuídense y cuiden, que esto es cosa de todos y de cada uno de nosotros.

Fotografía: Lorenzo Carnero

Ver comentarios (0)

Publicar un comentario

Your email address will not be published.

Ir al principio