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Manuel Castillo:»No voy a cometer el error de creer que yo estoy por encima de la proyección que me da Diario Sur»

Manuel Castillo:»No voy a cometer el error de creer que yo estoy por encima de la proyección que me da Diario Sur»

En este mundo en el que vivimos en el que todo va acelerado y a una velocidad que a veces nos supera, hay una vuelta a la esencia, una búsqueda del silencio y de alejarse del ruido de las continuas notificaciones del móvil. Una vuelta a la paz interior como vía para alcanzar la felicidad, pero no esa felicidad eufórica e instantánea del placer de los sentidos que nos han vendido, sino la felicidad como armonía, equilibrio, la felicidad que reside y se manifiesta en nuestro interior. De esa búsqueda nace ‘Desde Cero’, la exposición de Manuel Castillo que se puede visitar hasta el 1 de noviembre en la Sala Intalcable. 

Manuel Castillo podría ser cualquier artista que siempre soñó con crear y exponer su obra pictórica. Podría ser un dentista que para desarrollar su parte creativa se encierra de vez en cuando a disfrutar de las horas muertas ante un lienzo al que da vida con sus pinceles. Pero Manuel Castillo es el director de Diario Sur, una de las grandes instituciones de Málaga. El periódico que desde hace 80 años recoge la actualidad y la transmite a diario a los malagueños. Manuel es consciente plenamente de quién es y de quién será mientras esté al frente de una cabecera como ésta. Pero también es consciente de que más allá del director de Sur, hay un hombre que vive su propio proceso personal, y que en esta vorágine muchas veces necesita parar, abstraerse y volver a la nada. El lugar donde se encuentra todo. 

Hay quien usa el yoga, hay quien corre o se machaca en el gimnasio, y cada vez están más extendidas distintas técnicas de meditación. Cada uno tiene su forma de meditar y de hacer ese viaje introspectivo que no busca llegar a ningún puerto concreto, más que disfrutar del camino y detenerse en él. Para Manuel su terapia, el encuentro con su yo interior, se produce en ese acto de pintar y de dejar la huella de los pinceles sobre el lienzo. También escribir es un acto creativo pero lo hace a menudo y por obligación, en el desempeño de su puesto de trabajo, el cual asegura que le apasiona, pero seguir escribiendo no le permitiría desconectar. Necesita alejarse de la pantallas, volver al trabajo de las manos, al artesano que sigue viviendo en nosotros más allá de la era digital en la que prima lo tecnológico y vivimos muchas veces en la dictadura del móvil o del ordenador. La dictadura de la inmediatez.

 

Hemos confundido el éxito con reconocimiento profesional y el tiempo nos ha demostrado que el éxito es sentirse bien con uno mismo y su entorno. La vida en continua acción no deja tiempo para pensar; pensar como un acto de reflexión más allá de darle vueltas a la cabeza. Pararse puede ser terrorífico para aquellos que saben de alguna forma, que si paran, piensan y se suben a ese tren que les transporte a su interior y cuestione su forma de vida, podrían romper con todo o al menos con muchas cosas. El cambio asusta, da miedo, genera incertidumbre por lo desconocido. ¿Estamos dispuestos a parar y re-conocernos, re-encontrarnos y entrar en un diálogo privado con quien realmente somos más allá del papel que desempeñamos? El cambio para Manuel Castillo es un reto y una vía para mantener la motivación al alza. 

Castillo es periodista de raza y de vocación, pero hasta la forma de hacer periodismo ha cambiado. De nuevo, la velocidad, la inmediatez, la dictadura del reloj… Trabajo, actos oficiales y de clientes a deshoras, casa, niños… Un no parar; el ritmo que llevamos la mayoría. Y a eso hay que añadir que las noticias no entienden de horarios ni de ritmos vitales o emocionales.

Hace poco más de dos años la vida le dio la oportunidad de ponerse en primer lugar y hablarse a sí mismo en primera persona. Su mujer y sus hijas se fueron un año fuera a estudiar inglés. Trabajo, actos oficiales, y el silencio en casa. Le podía haber dado por el golf o el pádel, pero en vez de huir de la “soledad” quiso recrearse en ella a través de la pintura. Una obra que ahora comparte con todos con humildad y cierto pudor. Sabiéndose un privilegiado por exponer, pero consciente del trabajo que le ha costado llegar a la posición que ocupa en la sociedad malagueña.

Su despacho en el edificio de Diario Sur no se encuentra en plena redacción. Hay que pasar por dos puertas para acceder, lo que le permite tomar distancia y tomar decisiones con objetividad. Se considera honesto y le gusta serlo hasta sus últimas consecuencias. Pero no está cómodo durante gran parte de la entrevista. 

Su despacho con muebles de madera de los de antes convierten en sencillo imaginar a otros directores del medio, en ese mismo lugar, ante una imponente máquina de escribir de las de antes. Cruza los brazos, y evita mirarme fijamente a los ojos. En un principio supongo que porque es difícil pasar de entrevistador a entrevistado, porque sabe que una vez que yo me vaya mi trabajo continúa y él ya no tiene el control de sus palabras. Estar frente a un periodista supone tener que confiar en lo que hará después con lo que compartes. Lo sabe porque lo ha hecho miles de veces. 

Tras repetir en varias ocasiones la palabra honestidad, decido serlo yo también y le hago esa pregunta que posiblemente no estaba esperando y con la que cambia el lenguaje corporal y se relaja. Quizás es porque la estaba esperando en alerta…

Cuando fui a tu exposición vi un reflejo de lo que está pasando en general en la sociedad. Esa búsqueda interior en la que nos encontramos muchos y para la que cada uno encuentra un camino. Me llamó la atención que nunca antes hubieses pintado, que no fuese algo que te habías planteado…

Es que ni de niño tenía interés. Sí que es cierto que hace unos años empecé a dibujar en los viajes, pero nada importante. Esto surge, como dices, por la necesidad de desconectar del ajetreo diario. La primera idea fue buscar una actividad que me permitiese concentrarme un poco y que fuese más manual. En la propia exposición se habla de conectar con lo artesano, con conectar con las manos. Empecé con la música porque de niño había estudiado algo de música, pero me costaba mucho. 

Mi mujer se fue un año a Irlanda con mis hijas para estudiar inglés. Yo iba y venía, pero tenía más tiempo para mí. Lo de hacer algo manual me permitía desconectar de tanta tecnología, redes sociales y tanto móvil. La pintura permite centrar la atención mucho y parar la mente que siempre está girando. Focalizo la atención y se me pasa el tiempo sin pensamientos negativos ni preocupaciones. 

¿Recuerdas la primera vez que te pusiste ante un lienzo en blanco? 

Sí, la recuerdo. No es que fuese un desastre pero soy muy competitivo, la competitividad me hace mejorarme, me motiva, y esto es una especie de competición conmigo mismo. Era una forma de ir mejorando, de ir descubriendo técnicas, de ir haciéndolo cada vez mejor. Empecé y me fui metiendo en una bola de nieve que fue creciendo y dedicaba mi tiempo libre a eso. 

«La competitividad me hace mejorarme, me motiva, y esto es una especie de competición conmigo mismo»

Eres autodidacta…

No creo que actualmente nadie sea autodidacta. Hay tanta información al alcance de un clic… No tengo estudios como tal, pero me he formado. Nada más que en Youtube puedes ver trabajando a los grandes artistas y también me he ocupado de leer y estudiar mucho sin ninguna pretensión más que ir mejorando. Solo quería tener la técnica suficiente para poder expresar cosas que tenía en la cabeza. 

El expresionismo se basa en ir creando ideas que van surgiendo y a lo mejor lo que tienes en mente al principio no se parece mucho al resultado final. Sí pienso mucho en soluciones posibles, en lo que quiero transmitir y cómo hacerlo. Es una actividad interior y muy personal. El resultado es la exposición. Sabía que necesitaba mostrarse y también hubo quien me animó a ello. Yo tenía dudas y ciertas precauciones…

 

¿De quién surge el impulso de que ese trabajo se lleve a una exposición?

Desde el principio lo tenía en la cabeza. Una cosa es lanzarse y la otra, ser un inconsciente. Le enseñé los cuadros a amigos que entienden de arte y les pedí que fuesen francos, si aquellos cuadros eran dignos de exponerse.  Y estuvieron de acuerdo en que se podían exponer. Pero desde lo que yo tenía preparado entonces hasta la obra que hay expuesta hay una evolución. 

¿ Cómo se toma tu familia que empieces a pintar?

Siempre lo supieron, incluso cuando estaban fuera. Mi hija sí ha recibido clases y la llamaba para pedirle consejos de cosas que no me salían. Aunque hayan vuelto siempre encuentro un momento a lo largo del día para pintar. Pinto cuando puedo, sin presión. Mis dos hijas y mi mujer han estado involucradas en este proceso y me han ayudado mucho.

Las obras están a la venta, ¿se han vendido muchas?

El objetivo no es vender, aunque entiendo que he iniciado una pequeña aventura en este mundo y tiene que seguir su camino natural. Y si se hace una exposición y se venden las obras, pues que se vendan. Pero tengo la suerte de que no es una forma de ganarme la vida, aunque sí es una forma de vida porque me sienta bien y me aporta muchas cosas, pero no tengo la presión que tiene un artista. 

¿Sueñas con dejarlo todo y dedicarte únicamente a pintar?

No, porque lo que hago me gusta. Pero también me gusta emplear mi tiempo libre en algo que me llena. No me pongo metas y mi trabajo como periodista se puede compatibilizar.

Te podía haber dado por escribir novelas…

Escribir después de todo el día para mí no era descansar la cabeza. Hay quien sí lo hace, pero quería algo totalmente distinto y escribir lo hago casi a diario. Quería un cambio radical de actividad. Necesitaba un cambio personal, quería algo que fuese empezar de cero, por eso se llama “Desde Cero”.

¿Qué has aprendido de ti en el proceso?

Que soy capaz de prestar atención, de mejorar, de formarme, de expresar cosas de otra forma, de estar muy atento y mirar de otra forma. Es mirar el mundo que te rodea con otros ojos. 

En la exposición está muy presente la pintura, pero también la poesía y la reflexión personal. Me ha permitido entrar en un mundo nuevo que es apasionante y que me exige mucho esfuerzo y dedicación. 

«No tengo la presión que tiene un artista»

Tus cuadros, en su mayoría, presentan grandes espacios abiertos, como el desierto, el mar… Se habla siempre de la soledad del poder, y como director de un medio como Diario Sur lo tienes, ¿es de alguna forma un reflejo de eso?

Yo quiero dejar claro que esta actividad es paralela a mi actividad como periodista…No pretendo volcar en la pintura nada relacionado con la profesión. 

Pero es un reflejo de tu vida interior…

Pero eso no tiene que ver con el periodismo. Colegas y periodistas hablan del poder de la prensa, de las presiones, pero eso ha existido siempre. Yo que he crecido en una redacción porque entré en el periódico muy joven, a eso no le doy una trascendencia especial ni me supone una presión añadida. Nosotros “el poder” de Sur lo usamos para informar a nuestros lectores y para aportar cosas a la sociedad. Para mí eso no es motivo de estrés. El estrés es estar 24 horas conectado y 24 horas con el móvil. 

Eso sí ha cambiado en el periodismo. Manda la inmediatez, lo que no permite en muchos casos profundizar en la noticia…

Intentamos no dejarnos arrastrar por esa ola, ya no. Tenemos ya la madurez suficiente para eso. Volviendo a mi pintura, no refleja nada sobre el periodismo, son cosas más personales y profundas. 

La mayor parte de la exposición versa sobre el sentido infinito de nuestro mundo interior, que nos olvidamos de él, no lo cultivamos, o incluso nos mortifica. Es esa exploración del mundo interior frente al mundo exterior que represento en el desierto o el océano como lugares de paz. Me imagino a una persona en medio del océano y esa persona puede parecer muy pequeñita, pero el mundo interior de esa persona seguro que es mayor que ese océano. De ahí esa frase que hay en la exposición “El Océano es mi casa, y mi casa es mi océano”. 

Hay un despertar espiritual en la sociedad, ¿sientes que estás ahí, en ese punto?

Siempre he tenido inquietud introspectiva de no pasar por aquí rápido y de largo sin caer en la cuenta de nada. Pero frente a la velocidad hay una necesidad de la sociedad de parar. Por eso la meditación o el yoga están tan extendidas en Occidente. También influye la edad. Ahora tengo 53 años y no pienso igual que cuando tenía 23. Mi generación de amigos y colegas ya tenemos una edad en la que te planteas más la necesidad de parar y pensar. 

¿Cómo ves la sociedad actual?

Es difícil tener perspectiva histórica del presente. Creo que vivimos una de las mejores épocas de la historia. Tenemos los mejores avances científicos, vivimos bien, tenemos la sociedad del bienestar, tenemos la sanidad…En el  mundo hay cada vez menos pobres aunque haya núcleos de extrema pobreza, pero en general el mundo ha mejorado. 

Cada sociedad tiene sus particularidades. La sociedad de mis padres y abuelos era una sociedad de post guerra con sus problemas, y ahora tenemos otros problemas como la velocidad, la rapidez y el control de la tecnología… No pienso que estemos en una etapa difícil de la historia aunque se viviese mejor en el 2000 que en el 2012 y todos tengamos nuestros problemas.  

«El estrés es estar 24 horas conectado y 24 horas con el móvil»

¿Has conseguido apagar el móvil alguna vez?

No, porque no puedo y no lo apago. Pero el pintar sí me ha facilitado desconectar un poco, aunque tengo el móvil conmigo. Hago lo que puedo e intento controlarlo, pero evidentemente esa dependencia de la inmediatez es un problema de nuestra sociedad. La gente te llama, o llamamos y queremos que nos respondan muy rápidamente. Pero es un época buena. 

¿Se llegará al equilibro alguna vez?

Siempre hablamos del impacto negativo de la tecnología en nuestra vida personal, pero también nos aporta muchas cosas buenas. Creo que llegará un momento en el que convivamos con ella porque nos ha traído más cosas buenas que malas, aunque el smartphone se haya metido en nuestra vida como un órgano más. 

Muchas veces veo en un restaurante a familias y los que están con los móviles no son solo los hijos, son también los padres. Eso creo que no es bueno y no sé cómo evolucionará. Nuestra tarea es intentar que nos condicione la vida lo menos posible. 

¿Qué análisis haces del panorama artístico en Málaga? 

En cualquier actividad nos solemos fijar en aquellos que han tenido cierto éxito. Pasa con el arte, la música o el deporte y nos fijamos en los que triunfan, pero por debajo hay mucha gente que se esfuerza y no llega.

En Málaga hay mucha gente haciendo cosas muy interesantes y creo que habría que facilitar cauces para que se pudieran dar a conocer, expresarse, pero también hay que asumir que no todo el mundo puede llegar u ocupar el sitio que quiere. Eso pasa en todas las facetas. Pero entre todos deberíamos trabajar para que haya esos cauces para que haya más oportunidades para mostrarlo. 

Cada vez que en la entrevista quitamos el foco de él se relaja, pero en cuanto volvemos, se vuelve a tensar… No tiene reparo en confesar el motivo que lo hace sentirse incómodo. 

¿Por cuánto han salido los cuadros a la venta?

Es un tema que me incomoda, no me siento a gusto… Pero te lo voy a decir. El 1×1 ha salido en 1200 euros, pero no lo llevo yo, lo lleva una empresa. 

¿Quién marcó los precios? 

Yo no lo sabía, pero hay unos coeficientes para hacer la valoración. Tiene en cuenta factores como dificultad en la obra, materiales, proyección del artista y una serie de factores en la mayoría de los casos subjetivos y con eso se le asigna un coeficiente con el que se valora económicamente la obra. 

De eso se encargaron personas del sector del Arte y fueron los que valoraron la obra. Lo único que les pedí es que no fuese muy elevado. Pero no es un tema que me preocupe, tengo mi trabajo, no vivo de esto. Lo que quiero es seguir evolucionando, mostrando mi obra y abrir otras puertas para seguir enseñando lo que hago, pero sin muchas pretensiones.  

El día de la inauguración de la exposición te acompañaron personas muy representativas de las instituciones, la política y el empresariado malagueño, ¿te has planteado en todo este proceso si hubieses tenido la oportunidad que has tenido si no hubieses sido el director de Diario Sur? 

Claro que no hubiera sido igual. Sería absurdo no ser consciente de eso. Yo soy periodista y director de Sur y eso no lo puedo obviar. Eso me aporta una serie de ventajas y una serie de inconvenientes. Me ha dado la oportunidad de exponer, dar a conocer mi obra y me da una proyección social que a la gente le genera cierta curiosidad por ver lo que he hecho. Pero también entiendo que esa posición me la he ganado con mi trabajo. Y esa oportunidad la he aprovechado con honestidad y con dosis de humildad para hacer esta exposición. 

El inconveniente es que mi faceta pública también supone un riesgo y hay una serie de condicionantes que pueden contaminar la obra al ser una persona socialmente conocida y con una responsabilidad importante en un medio de comunicación. Pero soy súper consciente de eso que dices. Convivo con la seguridad de las oportunidades y los inconvenientes que tiene. 

Foto del día de la inauguración

 

¿Cómo te defines como persona?

Soy una persona que le gusta plantearse retos, esforzarse por conseguirlos e intentar conseguirlos de una manera honesta. También tengo esa necesidad permanente de cambio que me motive, que es la energía que mueve el mundo. Soy una persona de retos. 

¿La honestidad está valorada? 

Estamos en una sociedad en la que todo el mundo tiene que demostrar su inocencia, todo el mundo es sospechoso. Y en el mundo de los medios de comunicación se han cometido errores que han provocado cierta desconfianza por parte de la ciudadanía en algunos casos… No es que la honestidad esté o no reconocida, la honestidad es un valor personal. 

A mí no me cuesta intentar ser honesto y ver las cosas tal cual son. Lo que pasa es que está todo bajo sospecha, parece que siempre hay detrás un fin oculto. Las puertas de Diario Sur están abiertas e intentamos ser lo más transparentes posibles y lo más honestos. 

«Esto ha sido un “salto al vacío” que he querido asumir y que no me ha hecho daño»

¿Qué ha sido lo más difícil del proceso?

El no poder hablar mucho sobre ella por ese pudor inicial. La exposición permite abrirte y compartir más. Antes era todo más personal y pocas personas lo sabían. Ahora me permite hablar abiertamente. Esto ha sido un “salto al vacío” que he querido asumir y que no me ha hecho daño. Habrá a quien le guste y a quien no, pero eso es como escribir. No tengo aspiración de ser premio Nobel ni Cervantes. Escribo porque es mi oficio y quiero contar cosas y dar mi opinión. Pero no a todo el mundo le gusta lo que escribo o no siempre está de acuerdo. Pues pintar es lo mismo. No tengo aspiración de ser una figura relevante. Pinto como el que en su casa toca batería. Pero hay quien decide no mostrarlo al público y otros asumimos ese riesgo. 

El proceso creativo siempre tiene algo de exhibicionista, tiene sentido cuando lo compartes…

Claro. Para ser columnista hay que tener un punto de vanidad y arrogancia, pero no te puedes pasar. Pero hay un punto necesario sin llegar a ser una persona egocéntrica. 

¿Te sientes del todo cómodo hablando de tu faceta artística?

No me siento especialmente cómodo, porque no quiero ocupar espacios que no me corresponden. Soy muy respetuoso con todo el entorno. Solo soy una persona que como director de Diario Sur tiene una proyección social en la ciudad y que ha decidido pintar y lo ha mostrado. Los calificativos que los pongan otros. El tiempo dirá… 

Entiendo que he podido exponer porque he decidido hacerlo y porque tengo una serie de recursos para poder hacerlo y no todo el mundo tiene esas oportunidades. Quiero ir con calma en este camino. 

Hay una cosa importante. La dimensión que yo tengo por ser director de Sur, me la da Diario Sur. Si mañana dejo de ser director de Sur, mi dimensión sería infinitamente menor. Solo 24 horas después. Hay un error que no voy a cometer nunca que es creer que yo estoy por encima de la proyección que me da el medio. No soy tonto, lo sería si pensase que mi proyección es porque soy de determinada forma. Todos los periodistas que terminan creyendo que están por encima de su cabecera se terminan dando cuenta de que no es así. 

«Hay un error que no voy a cometer nunca que es creer que yo estoy por encima de la proyección que me da el medio»

Reconozco que cuando fui a la inauguración de la exposición a él no le conocía de nada. Creo que ni habíamos coincidido, o al menos nunca nos habían presentado. Fui por la relación personal que tengo con las personas que llevaron la comunicación del evento, pero al estar allí, al contemplar la obra, al leer las palabras que dan la bienvenida a la muestra, tuve claro que quería entrevistarle y saber más. Esa curiosidad motivada por el convencimiento de que detrás de aquello había una historia de búsqueda pero también de encuentro. Seguimos a menudo buscando fuera lo que tenemos dentro, pero para encontrarlo hay que detenerse y parar de buscar. Simplemente o tan difícil como enfocar la mirada de una forma diferente. En la entrevista tenía delante al director de Diario Sur, al artista, pero sobre todo a la persona que hace dos años decidió explorarse «Desde Cero». 

Redacción: Ana Porras Fotografía: Lorenzo Carnero

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