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Protección civil; repartiendo alegría y esperanza en las calles de Málaga

Protección civil; repartiendo alegría y esperanza en las calles de Málaga

No son policías, ni son parte de la Guardia Civil, no son bomberos, ni pertenecen a las Fuerzas Armadas, pero están haciendo una labor impagable y de forma totalmente desinterasada. Hablamos de los voluntarios de Protección Civil. A ellos les toca apoyar en sus labores a todos los profesionales que ven su trabajo intensificado cuando se produce un accidente o un desastre natural. En este caso, y desde el primer día, en Andalucía hay trabajando casi 1.500 voluntarios que están ayudando también a los servicios sociales y sanitarios. Nuestro compañero, el fotógrafo Lorenzo Carnero, ha pasado una tarde con una de las patrullas que hay en Málaga capital. 

 

Son las 16:30 horas de un sábado por la tarde. El presidente del Gobierno acaba de anunciar por televisión que el Estado de Alarma se extiende en un principio otros 15 días más. Si en la sobremesa en los hogares malagueños puede vencer esa tarde el desánimo, el grupo con el que hace la ruta Lorenzo, se organiza para en las siguientes horas llevar un poco de alegría a los balcones. 

Es quizá la labor más amable de su trabajo durante estos días. En la mayoría de los casos les toca asistir a los más vulnerables adquiriendo o repartiendo alimentos y medicinas. Desarrollan labores de información a la población y apoyan el trabajo en los comedores sociales; vigilan los espacios públicos apoyando a la policía local, distribuyen equipos de protección individual (EPIS) y prestan atención telefónica a personas mayores que están solas en sus domicilios. Los voluntarios de protección civil forman parte de la atención a los Centros de Coordinación Operativa municipales.

Esa tarde, en la central, hay que prepararse y comprobar que todos los medios están correctamente antes de salir de patrulla. Se reparten las tareas entre los diferentes equipos. Hoy toca, como decíamos, llevar alegría. Los niños en general nos están dando una lección de cómo vivir el confinamiento. Así que ya que no están sus amiguitos alrededor para disfrutar juntos de una fiesta o de un parque de bolas, se merecen más que nunca que este también sea un cumpleaños especial. Inolvidable va a ser seguro gracias a estos voluntarios, aunque el lugar de celebración sea en el balcón o la ventana.

 

El cumpleaños de África

La primera parada es en la Avenida de Veláquez, donde los padres de África están prevenidos para recibir la sorpresa. Suena el cumpleaños feliz en toda la calle, y los balcones se llenan de vecinos dispuestos a contribuir en esta fiesta. Emoción, alegría y las sirenas con su particular sintonía hacen que para el vecindario sea una tarde diferente compartiendo el cumpleaños de África desde la distancia, pero todos juntos. Además del recuerdo ella y todos los niños que celebran su cumpleaños estos días con la complicidad de protección civil reciben un diploma. 

 

El cumpleaños de Hugo

La comitiva abandona la avenida de Veláquez y continúa su ruta que les lleva a felicitar a Hugo. Su madre graba cada instante con la cámara del móvil y grabará para siempre la sonrisa de su hijo al vivir un cumpleaños muy especial. De nuevo los vecinos se suman a la celebración y la calle se sumerge por unos minutos en una gran fiesta que les hace aparcar la difícil situación por la que estamos atravesando. 

 

El cumpleaños de Carla

Carla es la última niña de la tarde en recibir a tan particular comitiva. No solo ella se siente especial, también lo hacen los voluntarios de Protección Civil en ese momento. Muchos han entrado a formar parte de un ERTE planteado por sus empresas o han tenido que cerrar sus negocios con la crisis del Coronavirus. Haciendo su labor en este grupo de voluntarios son conscientes de que están aportando activamente a la sociedad en estos momentos. 

 

Sorpresa a la madre de Jesús Toscano, jefe de la unidad

Antes de continuar, el jefe de la unidad, Jesús Toscano, sabe que van a pasar de camino a su siguiente destino por la puerta de casa de su madre- que tiene 90 años-  y con la complicidad de sus compañeros,  para la comitiva para darle también a ella una sorpresa, a ella y a todos sus vecinos. 

Jesús Toscano

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Visita a la residencia de mayores Ballesol

Llega el momento de la última parada. Concretamente en la residencia de ancianos Ballesol. Los mayores les reciben con banderas de España, ellos que son los que levantaron este país tras una guerra civil, los que hicieron que esta nación viviese un periodo de transición ejemplar y ahora son los más atacados por el coronavirus. Están agradecidos porque son conscientes de que toda la población se ha confinado para protegerles, que sus cuidadores toman todas las medidas de prevención milimétricamente para no contagiarles, y también agradecen visitas como las de este grupo de voluntarios de protección civil, que cambian el cumpleaños feliz, por el himno de España. Para las personas que están a cargo de estos mayores, también resulta un momento emocionante. Unos dedican aplausos a los otros por la labor que están realizando. El reconocimiento es recíproco. 

 

Se acerca el final de la jornada que para ellos también ha sido divertida. Pero antes de volver a la central toca paseo por Teatinos acompañados de la banda sonora de sirenas y aplausos que forman ya parte de este momento de nuestra vida. Canciones motivadoras suenan desde los vehículos que forman una gran comitiva. Tras estos símbolos un mensaje claro de unidad frente al virus, un mensaje de esperanza, porque aunque todo esto esté siendo un gran drama nos está haciendo recuperar a muchos la fe en el ser humano. 

La España de los balcones, del chándal y el pijama, la de los uniformes, está demostrando por encima de todo es una España solidaria. Desde aquí felicitar y dar las gracias a todos y cada uno de los voluntarios de Protección Civil por la labor que estáis desempeñando. La tarde que os hemos acompañado os ha tocado llevar alegría y se refleja en el brillo de vuestros ojos, otras veces sabemos que la labor es más dura, y entonces el brillo desaparece para convertirse en lágrimas. 

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Lorenzo Carnero y el cámara Manuel Palma, a los que agradecemos su colaboración para hacer este reportaje

Fotografo y reportero: Lorenzo Carnero

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