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Arantxa López

Arantxa López

 

Arantxa López es directora de Agro Magazine. A los que les guste la buena mesa casi seguro que la conocerán. Cada mes, este periódico –desde hace año y medio– llega a diferentes puntos de la provincia desde Nerja hasta San Pedro de Alcántara pasando por Ronda y Antequera. En él podemos encontrar las propuestas más deliciosas y multitud de referencias a los productos autóctonos de la tierra.

Arantxa es licenciada en Periodismo y mientras trabajaba, empezó la titulación de Publicidad y Relaciones Públicas. Ha sido jefa del gabinete de prensa de El Rincón de la Victoria, pero hoy por hoy, seguirla en las redes sociales es estar todo el día salivando.  Poco recomendable si llegan las tres de la tarde y aún no has almorzado. Tampoco es recomendable si lo que te espera para cenar son las pechugas de pollo y la ensalada de un día sí y un día también. Aunque hasta de comer y cenar fuera todos los días también se cansa una, aunque sea en los mejores restaurantes. Es difícil a veces separar la delgada línea entre ocio y negocio, son la yema y la clara de un mismo huevo en esta profesión. 

Disfruta igual colándose en la cocina de un Estrella Michelin que en la del bar típico de cocina tradicional de un pueblo de la Axarquía o metiéndose en una huerta de tomates con el barro hasta los tobillos. Aprecia cada parte del proceso de la gastronomía, le gusta cocinar y adora su trabajo. 

Le corre por las venas el ser empresaria, de hecho es un deseo que tuvo durante muchos años, lo materializó en Clip Comunicación, pero por las circunstancias el maremoto de la crisis la arrastró de nuevo a la administración. 

 

Los periodistas estamos enganchados a una droga, que se llama creatividad. Por experiencia sé que cuando intentas guardarla en un cajón el mono no te deja respirar. Cada vez grita más fuerte, y la tienes que sacar o terminas por ahogarte. Arantxa lo hizo poniendo en marcha Málaga se Come. Por entretenimiento, por pasión, por devoción se fue comiendo bocado a bocado las ganas de volverlo a intentar. Cuando estuvo saciada de ganas, cuando ya no podía más, dejó un trabajo relativamente fijo y saltó a un vació que se le antojaba el lugar donde encontraría su camino. Y lo encontró. Muchas veces hace falta parar al borde del precipicio para avanzar. 

Arantxa es una mujer sonriente y cuando entra a un sitio la fuerza de su energía se hace notar. La encuentres donde la encuentres lleva con ella su sonrisa, como digo, y un ejemplar de Agro Magazine. El día que quedamos no es diferente. Centro de Málaga, 4 de la tarde, nos vamos a cocer de calor pero no importa. Encontrarse con Arantxa siempre es enriquecedor, siempre aporta. Aparece con su periódico en la mano. Llevamos un siglo intentando cuadrar para tomarnos un café. Y por fin, de nuevo, en esa línea entre trabajo y ocio, en ese espacio en el que estás trabajando pero lo disfrutas al máximo, se produce este encuentro en el que te presento a Arantxa López. 

¿Estudias aquí en Málaga?

Sí, y después de estudiar aquí cuatro años, pedí una beca- fueron las primeras becas Séneca que salieron en España- y me fui un curso a Santiago de Compostela. Luego enlacé con unas prácticas, y al final del curso estuve un año entero. Me vine a Málaga otro año, pero volví otra vez a Santiago y estuve dos años allí trabajando. Fue mi primer trabajo de verdad como periodista.

¿Por qué Santiago?

Porque con la beca te daban la opción entre Santiago o Barcelona, y como tenías que estudiar en la lengua de origen de la Universidad que te acogía, el gallego me era un poco más fácil; probé y me enamoré de la ciudad. Es mi segunda casa. Santiago me acogió muy bien, es precioso, iba a todos los sitios andando y tiene zonas que son de cuento.

¿Es la primera vez que salías de casa?

Sí, tenía 22 años. Estaba loca por irme. Siempre he sido una persona muy independiente y cuando era pequeña le decía a mi madre: “Tengo ganas de hacerme mayor para irme a vivir sola”. Compartía piso con una chica murciana y estuvimos conviviendo un tiempo con un chico que era de Pontevedra, él nos presentó a sus amigos. Hacíamos vida de estudiante y poco a poco nos hicimos un círculo de amigos.

¿Y por qué te vuelves a Santiago estando ya de vuelta en Málaga?

Me volví a Santiago porque no me quería venir. Tenía la sensación de que había dejado algo inconcluso. De hecho, cuando me vine mi hermana también vivía allí conmigo. No tenía trabajo, fue a visitarme y le gustó mucho. Encontró trabajo y acabamos las dos viviendo juntas. Imagínate la súper aventura, las dos hermanas para arriba y para abajo, nos conocían en todos los sitios como ´Las Malagueñas´.

Fue una época súper bonita de madurar, de vivir, de conocer, y me volví por eso, porque para mí se quedó algo sin terminar. Durante el año que estuve en Málaga encontraba trabajo y lo que encontraba no lo pagaban, lo típico en esta profesión. De vez en cuando llamaba el director de la agencia de noticias donde había hecho las practicas, y le decía: «Oye Julio, que si algún día…». Y ese día llegó, me llamó y me dijo: «Tenemos una plaza, si tú te quieres venir…”. Coincide además que cuando me llamó, a los dos días iba a Santiago  con mi hermana de visita para pasar el puente de la Inmaculada. Me hicieron una entrevista y me dijeron que si quería el puesto, era mío. Esto pasó en diciembre y a finales de enero estaba allí ya otra vez.

 

Vuelves a Santiago, ¿no?

Sí, y allí estoy dos años, y cuando pasa ese período de tiempo, dentro de la empresa cambio de sitio, y me mudo a La Coruña a vivir. Hago otro tipo de trabajo. Empiezo a hacer contenido para páginas web, contenido informativo, noticias para canales de comunicación. Lo que pasa es que al mudarme a La Coruña me encierran en una oficina ocho horas al día y ya no salgo a la calle a cubrir ruedas de prensa, ni hacer reportajes ni nada. Para mí eso es matarme. Estuve ocho meses revisando un proyecto que me encargaron para reorganizar toda la web de la empresa y cuando terminé empecé a aburrirme, y claro, al mudarme a La Coruña, ya no tenía a mis amigos de Santiago cerca, estaba a una hora de coche. Me iba los fines de semana, pero en Coruña yo no conocía nadie, tenía 25 años, con lo que a mí me gustaba salir y no podía divertirme.

Ya me empiezo a plantear que ahí no me cuadran las cosas tanto. Y también, pesaba un poco el clima, lo típico, aquí siempre hace sol, allí siempre está lloviendo. Es que cuando eres universitario te da todo igual, pero cuando empiezas a trabajar y tienes obligaciones y horarios ya todo no es tan maravilloso. Y entonces, empiezo a decir: “A ver, si busco algo me puedo volver para Málaga».

Yo siempre, desde que salí de la facultad, tenía muchas ganas de probar todo lo que era gabinete de prensa, relaciones públicas, porque la verdad, dentro de toda nuestra profesión es lo que siempre me ha gustado más. Eso y los eventos. Echaba currículos, pero siempre encontraba ofertas que te decían: “Mínima experiencia de dos años en el mismo puesto”. Yo no los tenía así que seguía buscando.

Surgió la oportunidad de volverme a Málaga porque salió un puesto en el ayuntamiento del Rincón. Hicieron una convocatoria para el gabinete de prensa, y pedían dos años de experiencia como periodista. Al final pude optar ahí. Fue así, de un día para otro. Vine a ver a mis padres porque estaba hasta el gorro de estar en Galicia, me vine en autobús para cuatro días, y justo en ese impás fue cuando salieron las entrevistas, me entrevistaron y cuando volví a Santiago le dije a mi jefe que me iba y desde entonces estoy aquí.

¿Quién gobernaba cuando estabas en el gabinete de prensa del Rincón?

En ese momento gobernaban dos partidos políticos a la vez; estaba gobernando PP y PSOE en coalición. Fue una etapa laboral difícil porque también, por mi edad, en ese momento no tenía tanta experiencia, y realmente me enfrenté a una situación que me curtió bastante como profesional, bandeando muchas cosas, siendo muy delicada y muy discreta. Ahí fue donde empecé a tomar también un poco de contacto con agencias de publicidad que trabajaban para el Ayuntamiento, y empecé con eventos y relaciones públicas… Y lo de la agencia me llamaba mucho. Empecé a pensar: «Pues algún día me gustaría montar algo así, un agencia”.

¿Sólo estuviste dos años?

Sí.

¿Ni una legislatura entera?

No, porque yo llegué a la mitad, la chica que estaba en el gabinete, Marga García, se fue a trabajar a El Mundo. Ella dejó el puesto y yo la sustituí. Ahí fue cuando lo del tema del emprendimiento empezó a surgir.

Después pude hacer realidad mi idea de tener mi propia empresa y con una compañera abrimos una agencia de comunicación y marketing, aprendiendo mucho también porque era la primera vez que trabajaba para mí. Era muy joven, tenía treinta años. Se llamaba Clip Comunicación.

La crisis empezaba y el primer año nos fue bien, porque claro ya tienes contactos, te conocen en Málaga y vas hablando con gente y van contratándote. Pero luego aquello empezó a marearse mucho y al final tuvimos que cerrar.

¿En qué año cerrasteis la agencia?

En 2011. Fue, creo, el peor año de todos. Volví otra vez al ayuntamiento de Rincón, y ahí sí estuve una legislatura en el gabinete: Ganó el PP las elecciones y como sabían cómo trabajaba me llamaron para que volviese al gabinete de prensa. Durante esos cuatro años tuve el aprendizaje vital mas gordo de mi vida. Ya no sólo a nivel profesional, sino personal, porque a nivel profesional realmente era el mismo trabajo que había hecho antes.

Siempre han confiado mucho en mí, en mi profesionalidad, indudablemente, siempre con el último visto bueno del alcalde. Pero esa confianza que pusieron en mí siempre la he agradecido mucho. Mi criterio se escuchaba y se tenía en cuenta como profesional.

Es verdad que aunque estaba haciendo algo que a mí me gustaba, me faltaba una chispa de algo, porque el tema de la empresa lo había dejado a medias. Yo no me fui cuando yo quería, sino cuando las circunstancias me lo impusieron. Eso es como que se queda ahí latente y lo tenia que sacar en algún momento. Pero entonces me adapté a las circunstancias.

 

¿Fue para ti un momento de duelo profesional? A mí con la revista me pasó. Además cerramos el mismo año.

Claro, era un poco el duelo, porque para mí la empresa era como un bebé que yo estaba amamantando y acunando, y de repente eso ya no estaba. A nivel personal maduré mucho esos cuatro años. Fue una etapa donde me centré mucho en mí, como persona, como mujer también. Me dediqué a instruir la mente y el cuerpo, me puse muy atlética, me recorría todos los campos de Málaga los fines de semana para inyectarme energía, para soltar todo.

Cuando cerramos la empresa me quedé también un poco con la miel en los labios de tratar temas turísticos, gastronómicos. Yo investigaba, porque soy una persona muy curiosa, y se palpaba mucho en el ambiente el auge del tema gastronómico, el tema de cruceros y decía: «Esto va a reventar en algún momento, pero para bien, va a florecer». Durante esos cuatro años tuve en mi casa una caja llena de recortes de periódico. Todo lo que iba cayendo en mis manos de cruceros, turismo y gastronomía lo leía y lo guardaba. Para mí era como un estudio de mercado.

En ese trabajo, como en la mayoría de los gabinetes de prensa de los ayuntamientos, supongo que llevabas el ritmo de agenda de un político…

Sí, tenía muy poco tiempo libre. Entre semana sí que tenías muchas tardes libres, pero si que es verdad que los fines de semana había mucho evento en los que yo tenía que hacer las fotos y las notas de prensa. Había semanas en las que trabajaba todos los días. La política está muy denostada y hemos llegado a un punto que no nos gusta ninguno, pero hay personas que son muy honradas dentro de la política, que son muy trabajadoras y que el tiempo que dedican al servicio público no está  pagado. Tuve la agenda de una persona que de verdad se dedica en cuerpo y alma y le resta muchas horas a la familia y a las cosas personales. Entonces en ese aspecto es admirable, al igual que los muchos empresarios, que tampoco tienen mucha vida, supongo.

¿Cómo comienzas con `Málaga se Come’?

En el año 2011. Empecé en junio en el gabinete y para septiembre abrí Málaga Se Come en las redes. Creé la marca porque seguía teniendo candente el emprendimiento, el hacer algo más. Así que me hice este planteamiento: «Como en el trabajo tengo que escribir lo que me dicen, porque en el gabinete de prensa la creatividad está muy limitada, voy a soltar mi creatividad por otro sitio”.

Gracias a ese proyecto empecé a soltar mi creatividad, como algo personal. Algo que hacía porque a mí me gusta la gastronomía. En Galicia fue cuando desperté el interés gastronómico, porque mi redactor jefe me mandó, mientras hacía las prácticas, a cubrir una cata. Venía una empresa de Córdoba a presentar su aceite a Santiago de Compostela. Dijo: «Venga, que vaya la malagueña, que estos son de su tierra”. El tema de la gastronomía lo tenía súper integrado en mi vida. De hecho, me he hecho muchos viajes gastronómicos. Me dije que iba  a escribir de gastronomía, a hacer entrevistas,  a hacer cosas que me gustaban y todo empezó en las redes colgando fotos de platos de los sitios donde iba. Y sin esperarlo empieza a gustarle a  la gente, empieza a crecer y me encuentro que tengo un montón de seguidores. Empecé en Facebook, en Twitter y en Instagram, las tres cosas. Al año y medio mi amigo Javi, de la agencia Lima Limón, me insistió mucho de que tenía que hacer una web. Ellos me ayudaron a hacerla y ya estaba presente en las redes sociales y en la web. Empezó a funcionar bien, cada vez con más seguidores, aunque eso lo hacía sin animo de lucro.

La página web la presentamos en Kilómetro Cero. Mucha gente se quedo sorprendida del poder de convocatoria. Allí habría como cerca de cien personas. Yo no era consciente de nada de lo que estaba pasando, porque es algo que tú no estás buscando. Tú lo haces porque a ti te gusta y de repente a la gente también le gusta.

Ese era el año 2012. Para mediados del 2014, después del verano, ya decidí que al año siguiente, cuando terminara la legislatura y pasase lo que pasase, me iba.

¿Para empezar tu nuevo proyecto?

Sí. Iba a hacer mi propio proyecto. Al principio te da un poco de vértigo porque tienes la experiencia de la otra empresa que no salió bien. Pero también sabía que trabajar en la administración como yo lo hacía no era un trabajo para siempre, al revés, tú vas para cuatro años y ya después depende de muchas cosas. No tenía más ganas de retrasar el proyecto. Lo quería experimentar. Mis padres me apoyaron aunque les chocó que adoptase aquella decisión.

Hablé con quien me había contratado y lo entendió perfectamente. Me dijo que yo era   una persona demasiado activa, y demasiado inquieta y que el puesto se me quedaba pequeño. Me animó a seguir creciendo como profesional.

Llegó 2015 y, en ese momento Málaga Se Come era ya una marca conocida por la gente que estaba dentro de la gastronomía en Málaga. Ya había empezado con el concurso de fotos.

 

 

En todo este tiempo, ¿no piensas en tomarte un respiro?

Lo hice. Me tomé un período sabático porque necesitaba reordenar mi cabeza, respirar, y descansar. Llevaba cuatro años sin parar, casi sin tomarme las vacaciones que me correspondían. En ese momento ya tenía pareja también y ese verano aprovechamos para mudarnos de casa, nos fuimos a vivir juntos y también lo aprovechamos para viajar. Estuve seis meses sin hacer nada, solamente cocinaba mucho, para mí fue una forma muy buena de meditar.

Una semana después de acabar en el ayuntamiento presenté una aplicación tecnológica y de alergias alimentarias a la Red Emprende de la Fundación Cruzcampo. Esta coge proyectos de toda Andalucía, que tienen que ver con alimentación, turismo y hostelería y los meten en una aceleradora de empresas durante seis meses para potenciarlos y que crezcan. Cogieron mi proyecto y durante mis seis meses sabáticos estuve entretenida.

¿En qué consistía exactamente el proyecto?

Era una aplicación con la que tú, a través de realidad virtual, podías escanear las cartas de los restaurantes y entonces te salían unas tablas con alérgenos. Era información muy interesante para las personas que padecían de alergias alimentarias. Al principio lo tenía concebido como información adicional a los platos, es decir, ver el origen, la historia, la foto, el maridaje y la alergia también, pero esto lo tenía como algo secundario. Pero tuve un problema y eso me impidía comer muchas cosas. Con lo que había aprendido del tema de la intolerancia y con las personas celíacas que conocía, pensé que ese aspecto tenía que ser lo primero, y lo otro pasar a un segundo plano, y ahí me puse a trabajar. Javi y Paloma de ‘Lima Limón’ fueron los que me ayudaron a sacar el prototipo adelante. Sin ellos no hubiese podido.

Estuve yendo a la aceleradora a Sevilla durante seis meses, me encantó la experiencia porque conocí a gente muy interesante. Yo había llegado a un sitio donde la gente me decía: «Tú y tus ideas sois importantes”, y eso significaba que no estaba loca por querer emprender. Entonces un amigo me comentó que habían sacado un periódico del tema de alimentación, Agro, y que por qué no colaboraba. Y así lo hice.

Les escribí un artículo, y como ellos se agobiaron mucho porque realmente un periódico, tiene muchísimo trabajo, me propusieron hacer cinco artículos en vez de uno a cambio de anunciar mi ruta gastronómica de Málaga Se Come. Hice los cinco artículos y me quedé como colaboradora ayudándoles para sacarlo a la calle. Lo sacamos en diciembre de 2015 y lo repartimos en la feria de Sabor a Málaga. A la gente le encantó. El diseño es muy bonito.

El día de la presentación de la primera edición de la publicación, Juan Luis, el editor y Jesús María, que ahora ya solo es un colaborador, me dijeron que querían comer conmigo y explicarme algunas cosas, y me propusieron entrar a formar parte del periódico pero ya como parte de la empresa. Dije que sí.

Este proyecto supuso un cambio muy importante en tu vida…

Este era un proyecto que iba en la línea de lo que yo quería hacer así que empecé a colaborar con ellos. En junio Jesús se fue a trabajar a otra empresa, y Juan y yo nos quedamos solos en el periódico. Tomé las riendas de la dirección del periódico, y ya sí que empecé activamente como parte de la empresa. A partir de ahí hemos ido creciendo y decidimos hacer lo que yo tenía en mente: ser también una agencia de comunicación especializada en gastronomía. Creamos Agromedia. Por ejemplo, FusiónFresh que lo hicimos por primera vez hace unos meses salió muy bien. Estamos haciendo más cosas para otros clientes.

Cuando entras en Agro, era una cosa muy de la Axarquía y tú entras con la idea de darle una visión más amplia…

Sí, fue algo natural, porque realmente la mayoría de los contactos que yo tengo, aunque conozco mucha gente de la Axarquía, son contactos que ya tienen también Jesús y Juan, pero si que es verdad que al incorporarme al periódico se abre hacia el otro lado, es decir, Málaga, Fuengirola y con el trabajo de todos, al final hemos ido llegando a Marbella. Pero sí, digamos que la apertura hacia Málaga fue un poco por mi incorporación, por el trabajo que yo ya había hecho también con el tema de Málaga se Come.

 

¿Cómo os acogen los anunciantes? Porque es verdad que veníamos de una crisis en la que nadie quería pagar por publicidad. 

La gente lo acepta bien porque somos un medio muy especializado, que hacemos las cosas con rigurosidad, profesionalidad y cariño. Que nos preocupamos por la gente que está anunciada en el periódico. Que cualquier cosa que nos piden, intentamos siempre estar ahí. Este es un sector del que se habla mucho, pero a lo mejor no de forma tan profunda. Nosotros al ser un periódico especializado damos cabida a gente, o a empresas, que no caben en otros medios porque a lo mejor pueden ser más generales o son de otro tipo. Nosotros siempre decimos que Agro es el periódico de las pequeñas cosas, porque lo mismo sale un cocinero con estrella Michelin que un cocinero que está en un pueblo al que tú no has ido nunca, pero él está ahí también haciendo el mismo trabajo con el mismo cariño; nosotros hablamos de los dos.

¿Cómo se come en Málaga?

En Málaga se come fantástico, y da igual donde vayas, el norte, sur, este, oeste, interior, costa, da lo mismo. Siempre hay un sitio donde se come muy bien.

Cuando te fuiste a Galicia te darías cuenta de que venden muy bien lo suyo. Sin embargo, nosotros no sabíamos vender lo nuestro.

Para mí ya no es que sepan vender lo suyo, es que lo tienen integrado. Es algo que no se cuestionan, si venden más o no. En Galicia si vas a un sitio hay vino de la tierra, los frutos son de la tierra, mucho marisco, mucho pescado, muchos embutido, mucho queso de tetilla, mucho albariño… Esa es una de las cosas por las que, en el año 2010, que todavía tenía la agencia, hicimos algunas catas de vino. Hicimos eventos divertidos y funcionaron bien porque en ese momento no había nada, no habían tantas catas de vino, ni tantas cosas como ahora.

¿Sabor a Málaga que ha supuesto en este sentido?

Sabor a Málaga ha supuesto un impulso muy grande, nosotros hemos estado haciendo esa labor desde antes de que existiera Sabor a Málaga, pero no tenemos los medios que tiene la Administración. La Administración tiene medios, tiene fondos y supone un impulso muy grande que ha venido genial, la gente está contenta. Ya hay más de 800 involucrados en la marca, entre empresas, restaurantes… Eso es muy bueno para Málaga, es muy bueno para el empleo, para el desarrollo del comercio, para el turismo. Ojalá haya muchos Sabor a Málaga, muchas veces.

En todo este proceso Málaga Se Come, no se pierde.

No, y yo no quiero que se pierda, porque  Málaga Se Come me ha dado mucho, y es algo que no quiero que se pierda porque también hay proyectos propios asociados a esa marca como son: Las ciudades de agro-turismo y el concurso de fotografía. Al final, todo va de la mano, y todo es lo mismo, pero de momento es algo que no quiero que se pierda.

¿La aplicación vio la luz?

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La aplicación tiene un prototipo, pero no lo hemos desarrollado comercialmente porque en ese momento fue cuando empezó a moverse Agro, entonces había que centrar la atención en una cosa y poner ahí todas tus fuerzas porque si no, te dispersas.

Lo otro se quedó en el prototipo y si en algún momento se desarrolla, bien, y si no, no pasa nada. A veces soy tan auto exigente que si pienso que voy hacer algo lo tengo que hacer, para demostrármelo a mí misma, porque no le tengo que demostrar nada a nadie, pero esa autoexigencia a veces me ha jugado malas pasadas. Con el tiempo he aprendido que no pasa nada. Si tú primero piensas una cosa y luego cambias de idea, es humano, lícito y no pasa absolutamente nada, así que de momento está “descansando en un cajoncito”, como digo yo.

 

Tus padres no estaban muy de acuerdo con que dejarás el gabinete de prensa. Ahora que os va bien con Agro, ¿qué te dicen? 

En el momento en el que me voy del gabinete se extrañan, pero me apoyaron. Cuando yo tenía la primera empresa mi madre me decía: «¿Por qué no te buscas un trabajo?» y yo le decía: «Mamá, yo ya tengo un trabajo”. Pero era la época de la crisis donde no se cerraban los proyectos y el que se cerraba estaba mal pagado o no te pagaban.

Eran tiempos muy raros. Su reacción fue puntual. Ella me veía trabajar mucho, luchar, pero veía que no salía hacia adelante, que me estaba costando mucho esfuerzo y también disgustos. Pero soy constante cuando quiero algo, aunque veía que mi madre no confiaba en mí.

Al decirle a mi madre que en algún momento iba a montar una empresa a partir del año 2012, mi madre cambia su planteamiento y fue diciéndome: “Tú lo vas a conseguir porque sé que tú lo que te propones lo consigues”. Esa frase la he escuchado yo desde que tengo uso de razón por lo cual yo creo que, realmente, mi madre sin saberlo me ha potenciado toda la vida hacia el camino que yo he querido.

Mi padre está muy orgulloso. Él es un hombre que se ha criado en el campo, ha tenido huerta muchísimo tiempo, y siempre me dice que aunque él conoce la tierra, se entera de muchas cosas por el periódico que no conocía, entonces le encanta.

Mi familia es mi súper pilar de la vida, me apoyan en todo, están para lo que necesito.

Arantxa, hablábamos antes de la agenda de los políticos. Nosotras por nuestro trabajo también tenemos una agenda completa, sin horarios establecidos… 

Sí. No hay una jornada bien marcada. Igual hay dos días que puedes estar trabajando en pijama en casa sin salir y hay veces que es todo el día en la calle.

La gastronomía es ocio para la mayoría de la gente. A veces no sé dónde está la línea entre el ocio y el negocio y, también es bueno porque te lo pasas bien trabajando, pero a veces es malo porque no eres consciente de que casi todo lo que haces es trabajo. Es el mundo al revés porque la gente llega el fin de semana y lo primero que hace es ir a comer fuera. Sin embargo a mí lo que me apetece es quedarme en casa y tomarme una sopa.

Una lucha que tengo conmigo casi a diario y todavía no lo he conseguido es separar y coger las parcelas personales cada día. Eso no lo he conseguido después de dos años, y con eso estoy un poco enfadada conmigo, pero bueno, yo espero poder conseguir tiempo para retomar ciertas cosas. He dejado de ir a mis rutas por el campo, he dejado de ir al gimnasio… No veo momento para hacer esas cosas, pero esas cosas también son importantes para mí. Y ahora mismo no consigo encontrar el momento.

Juan me dice: «Eres muy disciplinada para el trabajo, eres muy organizada, ¿cómo no puedes meter en tu horario ir al gimnasio o dedicarte tiempo para hacer meditación o irte al campo?» Bueno pues lo que toca es esto, y tampoco me voy a dar con un látigo,  ya tocará otra cosa mañana.

¿Estás enamorada de lo que haces?

Sí, mucho… Me gusta mucho lo que hago, porque además, ya no es sólo el tema que se puede ver en las redes sociales de eventos sociales. A mí me encanta ponerme las botas del campo e irme como me fui el otro día a la huerta a Coín con Pepe Cobos. Me di siete vueltas y llegué a mi casa achicharrada pero yo con eso soy feliz, porque a mí el campo me gusta… Me gusta ver a la gente con las manos llenas de tierra y que me cuenten sus historias. He conocido a gente muy interesante, y gente que amaba lo que hacía.

Ahora mismo, no todo es bonito, ni todo es bueno. Yo también tengo mis días, no tengo ganas, también hay preocupaciones, pero como también soy una persona muy positiva intento sacar siempre un aprendizaje de todo. No es el rollo happy power, no, eso no, pero sí tener la cabeza fría para saber lo que importa y lo que no. Lo conseguí durante los cuatro años que estuve curtiendome internamente a la vez que trabajaba en algo que era más monótono. Si se presenta un problema, voy a encontrar una solución en vez de estar todo el día lamentándome, y eso me ha ayudado mucho.

 

¿Has renunciado a muchas cosas de tu vida personal?

No, yo no siento que haya renunciado a cosas de mi vida personal, de hecho la palabra “renuncia” es una palabra que no me gusta, y cuando alguien te habla de renuncias, a mí me sienta tan mal: ¿Por qué voy a renunciar a algo que quiero? Cuando quiero algo voy a buscar todos los medios para hacerlo, para conseguirlo, ¿qué no se puede? Tampoco me enfado, no pasa nada, pero… La palabra renuncia, para mí no existe en mi vocabulario.

Pero, te pesa por ejemplo, ahora no estar yendo al gimnasio…

Realmente es que no ha sido una renuncia, yo he dejado de hacerlo porque lo otro me gusta más. Entonces para mí no es una renuncia, el tema de tener una lucha conmigo es porque sé que si voy me sienta bien, pero no lo veo como una renuncia. Si fuese como una renuncia yo no estaría feliz, y yo ahora estoy bien, estoy tranquila.

¿Cómo es trabajar con tu socio?

Fuimos compañeros en la Universidad, pero de hola y adiós. ¿Quién nos iba a decir que íbamos a trabajar juntos y a este nivel…?

Yo creo que sobre todo el secreto está en que nos respetamos mucho, también tenemos nuestros roces pero yo siempre digo que cuando tienes un socio es como un matrimonio pero de negocio. En vez de vivir con esa persona, lo que haces es compartir tu día a día realmente, el trabajo, nos respetamos mucho mutuamente. Nos aportamos muchas cosas, cada uno es fuerte en algo. Combinamos la fuerza y el trabajo, y lo bueno que tenemos es que somos muy constantes. La verdad que lo llevamos muy bien, no nos da miedo trabajar todas las horas que haga falta, entonces al tener la misma visión, nos compenetramos bien, y a donde haga falta allí vamos.

¿Qué parte te gusta más: escribir o el tema comercial?

Me gusta todo. Al principio con el tema comercial era reticente, pero realmente es que no siento que vaya a vender mi periódico, o vaya a vender mis eventos y mis cosas. Yo me reúno con gente que tiene una necesidad igual que yo tengo necesidades de otras empresas, les cuento mi proyecto, hay personas que me escuchan, hay gente que le interesa y lo compra y hay gente que no. Pero no siento que estoy vendiendo,  estoy contando lo que hago, igual que otra gente me lo cuenta a mí.

Arantxa, yo hay veces que tengo la sensación de que la publicidad no se valora, al menos a mí me piden continuamente que publique cosas comerciales gratis como si detrás de eso no hubiese un trabajo. ¿Os pasa a vosotros? 

Sí, pero muy pocas veces afortunadamente. Creo que hay mentalidades que están cambiando, pero sí que es verdad, que ya no es por ser Agro, o Agromedia, o cuando éramos Clip, es que el sector de la comunicación y el periodismo, está denostado en algunas áreas, en algunos aspectos.

Somos los periodistas, los profesionales, los que tenemos que evangelizar al resto de la sociedad, porque igual que yo voy a un restaurante y pago por comer, cuando el restaurante o el empresario quiera hacer ciertas cosas o que le ayudes en un evento, es mi tiempo, y con lo que yo me gano la vida, porque es mi conocimiento lo que pongo a su servicio para que él llegue al objetivo que se ha marcado, yo lo veo un poco así.

¿Qué proyectos tienes ahora? 

De momento seguir recorriendo el camino con Agro porque todavía nos queda mucho  por recorrer. Tenemos en mente varios proyectos muy interesantes que se van a materializar muy pronto, y para el año que viene también tenemos marcada algunas metas. Queremos seguir trabajando, yo creo que todavía tenemos muchas cosas que hacer, que aprender, llevamos un año y medio solo, somos muy jovencitos, todavía podemos dar mucho de sí.

Pienso como su madre, que Arantxa conseguirá todo aquello que se proponga. Su capacidad de trabajo, su constancia y su amor por lo que hace son garantía de ello. 

Cuando termino esta entrevista me doy cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Nunca nos hemos visto como competencia, de hecho, le agradezco a Arantxa que siempre me aporte nuevas ideas basadas en su experiencia. Eso dice mucho de ella. 

Fotografía: Lorenzo Carnero

Arantxa López

Directora Agro Magazine y Agromedia

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

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