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Madres por elección: el nuevo modelo de familia del siglo XXI

Madres por elección: el nuevo modelo de familia del siglo XXI

Ser madre. Dos palabras con un significado tan profundo que sólo aquéllas que lo son pueden llegar a explicarlo. Un verbo y un nombre, cuya combinación hoy dan como resultado el reflejo más fiel de la sociedad del momento. Y es que son muchas las mujeres que han decidido emprender la aventura de la maternidad en solitario, algo prácticamente impensable para nuestras madres y, mucho más, para nuestras abuelas. Hablamos de madres en solitario, no por causas del destino, sino madres por elección. Auténticas valientes para las que no existe reconocimiento más preciado que el ver a sus hijos crecer felices.

 

Si ser madre puede llegar a convertirse en una auténtica carrera de obstáculos para cualquier mujer del siglo XXI, imaginemos enfrentarse a esa prueba en soledad. A pesar de las dificultades que puedan surgir en el camino, hoy, cada vez son más las mujeres que deciden ponerse el mundo por montera, acabar con prejuicios del pasado y lanzarse a la aventura de convertirse en madres.

«Ser madre soltera por elección propia se ha convertido en un nuevo modelo de familia»

Y es que ser madre soltera por elección propia se ha convertido en un nuevo modelo de familia propio de los tiempos que corren, plenamente regulado y amparado por la legislación de nuestro país y al que cada vez la sociedad se enfrenta con más admiración que recelos y dudas, como ocurría en épocas pasadas.

Sin embargo, y a pesar de que hoy se habla de la maternidad en solitario como algo cada vez más frecuente y que no es sino fiel reflejo de los cambios sociales acontecidos en los últimos lustros, no se trata –en absoluto- de algo novedoso. Muchas han sido las mujeres que a lo largo de la historia se han visto obligadas a hacer frente a la crianza de sus hijos en soledad por separaciones o divorcios, muerte del cónyuge, la no implicación de la pareja, etc. Hablaríamos en esos casos de una maternidad en solitario, pero no por elección, sino ‘sobrevenida’ o por imposición, dado que estas mujeres nunca pensaron o imaginaron tener que sacar a sus hijos adelante sin la compañía de una figura masculina.

«Ser madre en solitario no es algo nuevo»

Así, ser madre en solitario no es algo nuevo. Lo que realmente es novedoso en nuestra sociedad es que esta forma de maternidad sea elegida, es decir, que cada vez sean más las mujeres las que de una forma responsable y absolutamente voluntaria opten por esta vía de acceso a la maternidad como el modelo de familia que desean tener.

¿Qué factores han contribuido de forma más que significativa a que esta nueva realidad haya ido tomando forma? Numerosos estudios al respecto resumen los indicadores que pueden incidir de manera importante en esta decisión en 3 básicamente. Uno, claramente de índole social, es la incorporación de la mujer al mundo laboral y, por ende, la independencia personal y económica que ésta ha ido adquiriendo con el paso de los años. En segundo lugar, un factor de carácter científico, es decir, los avances médicos en el ámbito de la reproducción asistida permiten, hoy en día, que numerosas mujeres decidan convertirse en madres a pesar de no tener pareja alguna con la que compartir el momento. Por último, las Leyes sobre Adopción y Reproducción Asistida promulgadas en 1987 y 1988, respectivamente, que han dan dado a las mujeres el amparo legal necesario para ser madres en solitario.

Reloj no marques las horas

«Siempre lo tuve claro: quería ser madre” Así comienza Susana a relatarnos su historia acompañada de un niño de apenas un año de edad en los brazos. «Tras más de una década con mi novio, cuando cumplí los 35 años le planteé la posibilidad de ser padres. Empezó a darme excusas; no era el momento decía. Tras dos años insistiéndole, comprendí que, a su lado, nunca cumpliría mi sueño; así es que decidí romper la relación. El tiempo corría en mi contra y, si quería convertirme en madre, no podía ni debía esperar demasiado tiempo más” (…) «Al principio me sentí un poco confundida y desorientada, pero rápidamente acudí a una clínica de reproducción asistida y allí despejaron todas mis dudas y miedos”, continúa.

«Comprendí que, a su lado, nunca cumpliría mi sueño»

«A partir de los 35 años, la fertilidad cae drásticamente»

Susana podía haber roto la relación con su pareja y haber esperado que el destino pusiera a alguien en su camino que, como ella, deseara también formar una familia. Sin embargo, el reloj biológico jugaba en su contra. «Las mujeres siempre tenemos el famoso reloj biológico detrás de nuestras decisiones, en especial detrás de la de ser madres”. Aunque cada vez hay más información al respecto, muchas mujeres se sorprenden cuando, pasados los 35, deciden ir al ginecólogo y exponerles su deseo de ser madres. Toda mujer ha de saber, a pesar de las excepciones que puedan darse, que su vida fértil se rige por unos plazos, que a partir de los 35 años, la fertilidad cae drásticamente y de manera progresiva; que pasados los 38 la cosa es verdaderamente complicada y que, una vez pasados los 42, o se recurre a la donación de ovocitos, o las posibilidades son realmente imposibles.

«Es la mejor decisión que he tomado en mi vida»

Hoy la vida de Susana ha dado un giro de 180º. «He dejado las fiestas nocturnas y ahora me paso las tardes en el parque disfrutando de mi hijo”. «Es la mejor decisión que he tomado en mi vida; todas las renuncias que he tenido que hacer han valido la pena”, cuenta con una enorme sonrisa en su rostro.

 

Caras de la misma moneda

La historia de Marta es diferente a la de Susana. Tenía 30 años, trabajo estable y llevaba años sin pareja. «Me sentía preparada para ser madre pero no tenía pareja. Había tenido varias relaciones pero ninguna de ellas llegó a cuajar. No encontraba al hombre de mi vida, pero no quería que eso condicionara mi futuro”. «Recuerdo cómo lo conté en mi familia, era Nochebuena”, continúa Marta. «Cuando fui al centro de reproducción asistida se lo dije a mis padres la decisión estaba más que tomada y ya tenía la primera cita en la que me sometería al tratamiento. Se emocionaron muchísimo y, tanto ellos como el resto de mi familia, se mostraron deseosos de poder ayudarme en la nueva etapa que estaba decidida a comenzar”, reconoce esta abogada.

«Me sentía preparada para ser madre pero no tenía pareja»

«No somos superwomen ni nada por el estilo»

Afrontar la maternidad en solitario no quiere decir, en la mayoría de los casos, hacerlo sin ningún apoyo ni mano a la que agarrarse cuando las fuerzas fallan. «Los amigos y la familia tienen un papel fundamental”, explica Marta. «No somos superwomen ni nada por el estilo. Debemos aprender a resolver las mismas dificultades que el resto”, apunta. «Los principales retos a los que debemos hacer frente son los relacionados con la conciliación familiar. En nuestro día a día, debemos saber gestionar a la perfección los diferentes recursos con los que contamos para atender a nuestros hijos: familia, amigos, aulas matinales, comedores escolares, actividades extraescolares, etc.”, explica Marta. «Tenemos las mismas preocupaciones que cualquier madre –continúa- aunque sí es cierto que nos inquieta bastante –al menos a mí me pasa- todo lo relacionado con la figura paterna”. Voces expertas en la materia apuntan a este miedo como algo bastante normal, ya que es la ausencia de una figura masculina lo que precisamente singulariza este modelo de familia, del que no existen referentes consolidados históricamente. Ante esta situación, estas mujeres han de tener de cara a la sociedad una actitud de transparencia con relación a su modelo de familia, que no es ni mejor ni peor, sino simplemente diferente.

«Es la mejor decisión que he tomado nunca»

María también decidió ser madre en solitario por elección. Tiene 25 años y un niño de 10. La maternidad le llegó cuando era aún una niña, con tan sólo 15 años. «Cuando se lo conté a mi novio me dijo que no me preocupara que estaría a mi lado. Al día siguiente, ni siquiera me cogía el teléfono”, recuerda. «A pesar de que el padre se desentendió desde el primer momento, yo decidí tenerlo y es la mejor decisión que he tomado nunca”. (…) Dejé el colegio y me quedé en casa todo el embarazo. Después, cuando el niño tenía 3 años pude retomar los estudios gracias a mis padres. Alternaba el instituto con lo que me salía para trabajar. Mi hijo dependía de mí y yo tenía la obligación de atenderlo lo mejor que pudiera”, cuenta María. «Me he sacrificado mucho y me he esforzado por sacarlo adelante, pero sin mis padres nunca lo hubiera conseguido”, puntualiza la joven granadina, que hoy vive sola con su hijo y trabaja como auxiliar administrativa en un centro médico privado.

Susana, Marta y María no son sino ejemplos de mujeres que, un buen día, decidieron afrontar la maternidad con valentía sin importantes las renuncias y sacrificios que tuvieran que hacer. Madres en solitario por elección y convicción que hoy, al echar la vista atrás, volverían a embarcarse en la aventura más maravillosa que toda mujer puede vivir: la de ser madre.

 

¿Tienen las madres solteras por elección un perfil psicológico determinado? 

«Son mujeres seguras de sí mismas»

Según los datos extraído de una investigación realizada por el Equipo de Trabajo de Diversidad Familiar del departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Psicología de Sevilla, dirigido por Mª del Mar González, titulada ‘Nuevas familias monoparentales: madres solas por elección’, hablar de mujeres que deciden ser madres por elección es hacerlo, mayoritariamente, de mujeres solteras, mayores de 35 años, con estudios universitarios, solvencia económica, trabajando por cuenta ajena en ocupaciones para las que se requiere alta cualificación y que viven solas con sus hijos, habitualmente uno. Son mujeres seguras de sí mismas, con estabilidad emocional y con las ideas muy claras. Hablamos de una maternidad en solitario que claramente se distancia de otras que se han dado en llamar ‘sobrevenidas’, no deseadas, no buscadas a priori. Una vez que estas mujeres se convierten en madres se muestran plenamente satisfechas, con una alta autoestima y fuerza suficiente como para ser capaces de afrontar cualquier tipo de dificultad con la que se puedan encontrar.

 

 Técnicas de reproducción asistida para conseguir un embarazo en solitario

1. Inseminación artificial con semen de donante (IAD)

Una vez valorada la reserva ovárica de la mujer que desea quedarse embarazada, y tras determinar que ésta es normal, se realiza una inseminación tras un proceso de estimulación ovárica controlada muy suave, para evitar así el embarazo múltiple, no sólo por cuestiones de carácter médico, sino porque de queda embarazada la mujer de más de un hijo, al estar sola las dificultades a las que tendría que hacer frente serían aún mayores.

Una vez confirmado que el folículo ovárico dominante se ha desarrollado correctamente, se induce la ovulación con gonadotropina criónica humana recombinante (hCG), realizando una única inseminación alrededor de las 36 horas después.

 2. Fecundación in vitro (FIV)

En los ciclos de esta técnica se emplean distintas pautas de estimulación, dependiendo de la edad de la mujer, la reserva ovárica de la que disponga, así como la respuesta que haya tenido a estimulaciones previas a las que haya sido sometida y el índice de masa corporal. En este caso, los protocolos de actuación desarrollados también son suaves, con dosis ajustadas, con el fin de obtener ovocitos de mejor calidad y transferir un único embrión, evitándose, así, los llamados embarazos gemelares. Mediante una ecografía vaginal se lleva a cabo la monitorización del desarrollo folicular, finalizando en la punción folicular programada 36 horas después de la administración de hCG. Tras la fecundación de los ovocitos, la mayoría de las transferencias se realizan en estadio de blastocisto (día 5 de vida embrionaria)

3. Embrioadopción

Se trata de una opción preferida por las mujeres que tienen miedo de recurrir a ovocitos donados. El hecho de que en esta técnica el embrión se generase en su momento, el coste médico y económico es mucho menor que en los casos anteriores.

Para poder llevar a cabo al embioadopción, es necesario buscar una compatibilidad sanguínea del Grupo y Rh del embrión y de la madre. La futura madre es sometida a preparación endometrial con terapia hormonal con estrógenos y progesterona o bien a un control del ciclo natural (en estos casos se lleva a cabo sin medicación).

 4. Ovodonación

Se realiza con sincronización donante/receptora y con un ovocito fresco. Las donantes son estimuladas según un protocolo perfectamente especificado y ajustando en todo momento la dosis a tenor de varios factores. De forma paralela se coordina la preparación endometrial de la receptora durante el ciclo natural o sustitutivo, que se realiza mediante la administración de estrógenos y, posteriormente, progesterona.

 

Rocío Alcántara

Redactora en Yo Soy Mujer

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