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Andrea Guzzi: «A pesar de que no paraba de hacer cosas y de vivir en un ritmo de locos, a la vez, tenía una sensación de vacío existencial tremenda”

Andrea Guzzi: «A pesar de que no paraba de hacer cosas y de vivir en un ritmo de locos, a la vez, tenía una sensación de vacío existencial tremenda”

Ayudar a las mujeres a trabajar su alma, este es el precioso proyecto que tiene entre manos Andrea Guzzi,  coach especializada en el cuidado de las mujeres. Y es que la sensibilidad femenina, no siempre bien entendida, a veces necesita de personas que la inspiren, comprenda, apoyen y el mundo en el que vivimos va demasiado rápido.

  ¿Cómo se llama tu proyecto y por qué surgió?

Recientemente he rebautizado mi proyecto, mi marca personal, como “La Coach del Alma”, porque eso es lo que hago: entrenar a mis clientas en la conexión con su Alma. Es decir, las ayudo a recordar quiénes son en Esencia, y para qué están aquí.

Surgió a partir de darme cuenta de que mi propósito de Vida (el para qué estoy yo aquí) es ayudar a otras mujeres a superar las adversidades que yo he superado y a aprender a disfrutar de este viaje que es la Vida. Y de entender que por eso he tenido (y sigo teniendo) adversidades en mi camino: para aprender, para levantarme siempre que haga falta, para avanzar con resiliencia y para ayudar a otras mujeres a hacerlo.

En mi caso comencé a trabajar con 12 años y durante más de 30 años viví muy agobiada, muy estresada. Estudiando, trabajando y entrenando (fui jugadora profesional de voleibol). También decidí ser madre soltera. Fui una superwoman (o así me sentía y así me veían) y trabajé en empresas y proyectos que al principio me gustaban y luego me daba cuenta de que realmente no tanto.

En el fondo siempre buscaba la validación de los demás, el reconocimiento externo, que se dieran cuenta lo buena que era y lo bien que podía hacer todo lo que me propusiera. Y además, buscaba tener la abundancia material que durante tanto tiempo me faltó.

Vivía en lo que yo llamo piloto automático; esto es, relacionándome de forma muy superficial conmigo misma y con los demás, y desconectada de mis emociones, hasta casi mis 40 años. Y esto fue así porque dentro mío seguía teniendo las heridas de mi niña interior, que estaban sin sanar, sin atender.

Al igual que hacemos todos, me puse muchas capas por encima para seguir adelante, endureciéndome para no sufrir, buscando adaptarme al medio y, a la vez, anestesiando mis emociones. Pero en el fondo todo seguía doliendo y limitándome en muchísimos aspectos de mi vida, sin ser yo consciente.

A pesar de que no paraba de hacer cosas y de vivir en un ritmo de locos, a la vez, tenía una sensación de vacío existencial tremenda, una sensación de desconexión de la vida muy fuerte… de falta de sentido, que cada vez se hacía más grande.

Durante mucho tiempo busqué evadirme de esa sensación y también de la ansiedad y la depresión que me acompañaron durante muchos años. A través de comportamientos adictivos varios: al trabajo, a mis parejas y otras personas, a las compras, a las drogas y la fiesta… a cualquier cosa que me hiciera sentir bien, aunque fuera sólo por un momento.

Y claro, el bajón posterior era cada vez mayor. Cada vez más sensación de vacío y sinsentido. Todo esto me hizo atravesar varias noches oscuras del alma. Hasta que no pude más y empecé a hacer nuevas cosas o a hacerlas de forma diferente.

Empecé a escuchar a mi intuición y a tomar nuevas decisiones, a buscar en nuevos lugares, a investigar nuevas fuentes. A conocerme y a entender para qué estaba aquí. A descubrirme y descubrir cómo funciona este maravilloso y perfecto juego de la Vida.

¿Qué esperas de él y sobre todo, qué esperas de tus clientas que son mujeres?

Lo que espero de mi proyecto es que ayude a millones de mujeres, de habla hispana, en todo el mundo, a mejorar sus vidas. Vengo a poner mi parte para hacer un mundo mejor.

Lo que espero, y consigo, de mis clientas, es que aprendan a conocerse y a amarse más y mejor, a descubrir quiénes son en esencia, y a recordar para qué están aquí; es decir, cuál es su Propósito de Vida. Porque ésta es la forma de crear la Vida que realmente desean, y de poder hacerlo con Paz interior y con Alegría de vivir.

También espero que recuerden que el sentido último de la vida es sanar nuestros sufrimientos y superar nuestros desafíos, aprender a hacerlo disfrutando de todo lo que somos y tenemos, y compartir nuestros dones, nuestra luz y lo aprendido, con los demás.

Y que sepan que, aunque reciban ayuda, conocimientos, herramientas o guías, las respuestas siempre están dentro, así que, para encontrarlas, toca desacelerar, bajar el volumen del ruido interno y externo y comenzar a buscar dentro. A escucharse, a observarse, a conocerse.

Por último, espero que sean conscientes de que las responsables últimas de sus vidas son ellas mismas y que, independientemente de su situación, sus circunstancias, su edad, su nivel académico, su trabajo y de cualquier otro parámetro, es posible que comiencen a crear, vivir y disfrutar la vida que desean. Y es posible comenzar hoy mismo, porque todo camino, por largo que sea, comienza por un pequeño paso.

 

¿Por qué decidiste sectorizarlo en el campo femenino?

En primer lugar, porque seguí mi Intuición, lo que me decía (y me sigue diciendo) mi alma. Luego entendí que es a quienes mejor puedo ayudar y, por lo tanto, mejor será mi aporte para hacer un mundo mejor.

Al profundizar más comprendí que, hace muchos siglos, el poder femenino fue visto como una amenaza por el patriarcado en muchas civilizaciones y así comenzaron muchas cazas de brujas. Desacreditando, anulando y matando a las mujeres a través de los siglos.

Hace unos años la mujer intentó recuperar ese poder, pero lo hizo (y, en muchos casos, lo sigue haciendo) con una energía muy masculina y bélica, contra el hombre. Y aunque hay casos de todo tipo, considero que así no sólo no se arreglan las cosas, sino que empeoran.

Para mí ha llegado el momento de probar otras alternativas. Y la solución está en equilibrar las energías masculina y femenina. Primero dentro de todos y cada uno de los seres humanos; y después, como reflejo, comenzarán a equilibrarse exteriormente.

Por eso siento que la humanidad necesita ahora más apoyo, guía, conocimientos y herramientas que nunca. Para desarrollar un liderazgo femenino en equilibrio con el masculino. Porque es tiempo de dejar atrás la competitividad y unirnos, entre nosotras y con ellos, para crear un mundo mejor.

Las mujeres somos creadoras de Vida y, por lo tanto, tenemos un gran poder que ni siquiera vislumbramos. Es más, habitualmente nos consideramos menos de lo que valemos. Y si aprendemos a empoderarnos, a la vez que nos transformamos en nuestra mejor versión, podremos crear grandes cosas. Podremos crear un mundo mucho mejor.

¿Cómo las ayudas?

Basándome en mi experiencia personal y profesional, mis reinvenciones y mi formación, las ayudo a conectar con su Esencia y a recordar su Propósito, integrando su Espiritualidad a diario, para reinventarse y brillar con Luz propia.

Lo hago compartiéndoles las claves, conocimientos y herramientas que, desde hace más de 15 años, busco y aplico en mi propio camino, para guiarlas hacia su autoconocimiento, autocuidado, crecimiento personal, empoderamiento, reinvención y liderazgo más genuinos.

Mi enfoque es holístico y práctico, donde la espiritualidad está aplicada a la vida cotidiana y es clave para alcanzar el equilibrio cuerpo-mente-espíritu.

He puesto en el caldero mis vivencias, todo lo aprendido, lo observado, lo sufrido y superado, y las herramientas y conocimientos adquiridos en los últimos 15 años de mi búsqueda, y he creado mi propio método: el Método Alegría, como el camino para conectar con el alma y recordar el propósito:

 

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¿Qué es para ti lo más satisfactorio de tu trabajo?

Los cambios maravillosos que las mujeres comienzan a hacer en cuanto trabajamos juntas. Ver cómo avanzan, cómo evolucionan, cómo son cada día más conscientes de sí mismas y de su poder. Ver que se quieren y se cuidan más y mejor y, por lo tanto, sus vidas mejoran exponencialmente.

Vivo sus logros y avances como si fueran míos, porque se genera una relación muy especial y profunda entre nosotras. De hecho, en muchos casos nos hemos convertido en amigas después del proceso de trabajo.

Cada vez que veo o me cuentan sus avances, internamente siento una alegría inexplicable. Me siento en estado de gracia. Y esto hace que todas las adversidades y sufrimientos, todas las situaciones tremendas y las carencias que he tenido en mi vida, todo lo estudiado y lo aprendido, y absolutamente todo lo demás, tenga todo el sentido del mundo. Me hace sentir totalmente conectada conmigo misma y con la Vida.

¿Has notado mucha tristeza tras la pandemia?

Sí. Dejando aparte las cuestiones de salud y las muertes, he visto que, al verse obligada a frenar el piloto automático, a mucha gente no le ha quedado más remedio que encontrarse de cara consigo misma y sus circunstancias. Ya no había escapatoria.

Esto ha generado mucho desasosiego y mucho plantearse el sentido de todo lo que hasta ahora consideraban su vida “normal”. Y al no tener referencias ni respuestas que sirvieran, se ha generado mucho miedo, tristeza, inseguridad, enfado, depresión e inestabilidad.

Sin embargo, al igual que mi abuela, pienso que “no hay mal que por bien no venga”. Así que veo la pandemia como una oportunidad global para replantearnos muchas cosas, para conocernos mejor y aprender a disfrutar más y mejor de la Vida, pase lo que pase.

No digo que sea fácil, ya que implica un proceso de desaprender y soltar lo conocido, para aprender e incorporar lo nuevo. Y a la vez, por experiencia propia, veo clarísimo que, cueste lo que cueste, es lo mejor que podemos hacer. Es lo que hemos venido a hacer.

Aprendamos a vivir mientras estemos vivos, y dejemos de sobrevivir. Para ello, es urgente y necesario abrirnos a la Espiritualidad, que, para mí, no es ni más ni menos que la conexión con nuestra Esencia. La conexión Esencial con la Vida y con la Alegría de Vivir.

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