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Inmaculada Atencia

Inmaculada Atencia

“Mi vida es muy normal”, me dice Inmaculada Atencia cuando la llamo para decirle que quiero entrevistarla. ¿Normal? ¿Qué es normal y qué no? Entiendo que me lo dice porque es una persona a la que le gusta pasar bastante desapercibida. Decir Atencia en Málaga, llevar ese apellido, tiene cierto peso y deja cierta huella, le corre por las venas. Le viene de su padre, Manuel Atencia, reconocido abogado de la capital, y de la hermana de éste. Sí, es sobrina de María Victoria Atencia, una mujer muy avanzada para los tiempos que le tocaron vivir. Su hermano Manuel siempre ha destacado en el plano político y su hermano Pablo es el actual Presidente de la Agrupación de Cofradías de Málaga. Normal, que con personas tan cercanas y con tanta entidad pública, ella piense que su vida es muy normal. 

Está casada y tiene 4 hijos, y por cierto, es cuñada de Remedios Miralles, que ya apareció hace un año en esta sección. Empiezo a parecerme con esta introducción a una de esas señoras de antes que se sentaba en la plaza del pueblo a llevar la vida de todo el mundo y te preguntaba al verte jugar: ¿Y tú, de quién eres? Ya no le hace falta porque ahora tiene Facebook y su nieto le está enseñando a usar “el instagram”, que es donde pone ahora la gente su vida: “To lo cuentan. Toito, to”. 

En realidad sólo quería contextualizar en la familia en la que ha nacido y a la que pertenece Inma Atencia, la pequeña de 6 hermanos. 

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Como decía, lo lleva en la sangre, en los genes y actualmente es la Vicedecana del Colegio de Abogados y es la Delegada de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra en Málaga, es la universidad donde estudió la carrera. Quizás todo era esperar a que llegase su momento.

Ser madre de 4 hijos pequeños y profesional ya es en sí un ejercicio de equilibrismo como para implicarse en más causas. Pero los niños crecen e Inmaculada dijo sí. Era la segunda vez que Javier Lara, actual Decano del Colegio de Abogados, le pedía que le acompañase en la candidatura. Le encargó una misión sobre la que ella sabía y mucho: Ayudar a implementar medidas de conciliación en una profesión en la que hasta no hace muchos años las mujeres no tenían cabida. 

La conozco quizás desde hace 17 años, aunque durante unos cuantos nos perdimos la pista. De ella tengo grabado en el recuerdo el susto que se llevó cuando se enteró que esperaba gemelos en su tercer embarazo. Tiene la parejita por partida doble; dos niñas y dos niños, ahora ya moviéndose en la adolescencia. 

Quedamos en su despacho, cerca de la Plaza de la Marina. En 2011 los Atencia decidieron unirse a otra familia que destaca en la tradición de juristas, los Gómez-Villares. Juntos tienen en la actualidad un bufete multidisciplinar en el que trabajan 70 personas. 

Inma, ¿Por qué decides irte a Pamplona a estudiar la carrera?

Pues la verdad que siempre lo pienso, porque no tenía ninguna intención de irme a Pamplona. Estudié en Sierra Blanca e hicimos el viaje de estudios del colegio allí. Recuerdo que era febrero y hacía un frió tremendo. Estaba en puerta del Edificio Central  y pensé: “Qué bonito es esto, pero yo no me vendría aquí ni loca”. Sin embargo, todas mis compañeras del cole que querían hacer periodismo tenían claro que querían estudiar en Pamplona.

Poco después vinieron de la Universidad de Navarra a dar una charla en el colegio, y mis padres fueron. A mi padre le hubiese encantado que mis hermanos estudiasen allí, pero somos 6 y era complicado, aunque todos estudiaron fuera. Al ser la pequeña me lo propuso. Lo vi tan entusiasmado y aunque mis amigas íntimas no iban, le dije que sí. Y para mí haberme ido a Pamplona ha sido lo mejor del mundo.

¿A tu marido lo conociste aquí o allí?

Él llegó en COU al colegio, venía de Córdoba. Coincidimos pero muy poco. Fue un año que del Sierra Blanca y El Romeral se fueron muchos alumnos a la universidad a Pamplona, que tampoco era lo habitual. Así que nos pusimos de acuerdo para irnos juntos en tren. (Doy fe de que eran 12 horas de viaje en tren)  Era el 1 de octubre. Estábamos esperando en la estación para coger el tren, y un íntimo amigo de mi padre, Ramón Moreno, se acercó a mí y me presentó a Paco y le dijo: «Paco, esta niña me gusta para ti”. Y a mi me dijo: «Inma, este niño me gusta para ti». Ese día nos fuimos juntos a Pamplona y desde primero de carrera, que él hacía medicina, empezamos a ser novios.

¿Notas diferencias entre los que os fuisteis a estudiar fuera y los amigos que se quedaron aquí?

Yo creo que es fundamental, te abre la mente, conoces a más gente, tienes amigos en todos lados. Quieres a tu ciudad, pero ves que hay otras ciudades con otro encanto. De hecho yo lo noto cuando hablo con gente de Málaga que no ha salido de Málaga. No a todo el mundo, pero a la mayoría se le nota.

Sobre todo porque te abre la mente que creo que es buenísimo. A nosotros nos encantaría que nuestros hijos pudieran estudiar fuera, aunque tengamos facultad aquí. Pero ya lo veremos porque supone un esfuerzo grande. Y si no pueden estudiar fuera que salgan cuando acaben la carrera. Eso lo tenemos clarísimo. De hecho, a mi hija mayor la mandamos cuatro meses fuera a estudiar a Irlanda y ahora la segunda está allí. Les da otra visión, si no los niños están todo el día pegados a su padre y a su madre. A los niños aunque no queramos los tenemos demasiado protegidos.

 

Inma, tú venías de familia de profesionales, de gente que había estudiado carrera universitaria, ¿Tenías claro qué querías hacer? ¿Tenías claro que querías volver a Málaga?

Siempre me ha gustado mucho el Derecho, yo creo que porque lo he visto en mi padre. Mi padre fue el primero de su generación en su familia que empezó Derecho, de hecho él se fue a Madrid para prepararse para ser ingeniero, pero por un motivo personal lo tuvo que dejar y empezó Derecho. Mi padre para mí era mi referente. Y luego mis hermanos, de los seis, todos menos dos, hemos estudiado Derecho. He vivido el Derecho desde pequeña y me gustaba lo que hacía mi padre y lo que veía, así que lo tuve claro.

Hubo un momento en la carrera que me gustó mucho el Derecho Penal, que ahora no lo  toco y pensé en hacer oposiciones a judicatura o fiscalía. Pero tenía claro que volvería a Málaga, porque tuve la suerte que mi novio volvía Málaga, aunque no es de Málaga, y yo tenía trabajo en Málaga.

Tenía amigas que me decían que me fuese fuera a trabajar a otro sitio y me formase. Pero llevaba cinco años en Pamplona, fuera de mi casa, y lo que quería era volver y empezar a trabajar. Ahora a veces me arrepiento, porque creo que me tenía que haber ido un año fuera, al extranjero, aprender idiomas, pero vives lo que vives y eso ya no lo puedo cambiar.

¿Empiezas directamente con tu padre y tus hermanos?

Al principio estuve un mes en un despacho de un procurador con el que trabajaba mucho mi padre. Al ser la pequeña me dirigían un poco, me orientaban. Mi hermano Pablo me decía que tenía que ser procuradora porque con tantos abogados en casa, trabajo no me iba a faltar.

La verdad es que no sabía muy bien lo que era ser procuradora. Entonces me fui a este despacho, y había un señor que llevaba toda la vida trabajando allí. Él me veía, y se daba cuenta de que yo me dedicaba a estudiar los asuntos, yo no hacía labor de procuradora, hacía labor de abogado, me gustaba el Derecho, me metía más a fondo. El procurador es fundamental, pero es otra visión del ejercicio, el ejercicio de la abogacía es otra cosa.

Y efectivamente, cuando llevaba un mes y vi lo que era ser procuradora, me di cuenta que no era para mí. Me fui a hablar con mi hermana la mayor, Inés, antes de hablar con mi padre. Yo sabía que a él le iba a encantar la idea. Y así fue, me dijo que tenía las puertas del despacho abiertas y así empecé. En el despacho físico de mi hermano Manolo, que en ese momento estaba dedicado a otras cosas, y comencé a formarme. Mis profesores han sido fundamentalmente mi padre y mi hermana Inés.

Acabas de nombrar a tu hermano Pablo y tu hermano Manolo. Tus hermanos han tenido siempre mucho protagonismo en la vida social y política de Málaga, son personas muy involucradas… ¿A ti nunca te ha llamado?

Pues no, pero fíjate ahora ya estoy en el Colegio de Abogados. A ver, mi familia es que siempre ha sido muy activa en ese sentido, pero porque mi padre lo era. Mi padre tenía vocación, estaba muy metido en la sociedad malagueña. Era una persona muy comprometida con todo en lo que creía. Fue Procurador en Corte, y mi madre le apoyaba, y le seguía. Mis hermanos han vivido eso. Mi tío Pepe y mi abuelo, también fueron Hermanos Mayores de Cofradía de Mena y de la Paloma. Mi tío Enrique era arquitecto, mi tía Maria Victoria poetisa. En mi familia siempre hemos vivido eso, mi hermano Pablo que se presentó a la Agrupación de Cofradías, antes fue Hermano Mayor de Estudiantes. Se ha vivido eso, y se vive con naturalidad y además sin afán de protagonismo, es más desde la responsabilidad, desde la vocación de servicio. 

Las mujeres, mis hermanas, hemos sido más paradas en ese sentido. Mi madre también e más apasionada. Yo pensaba que yo era más tranquila, pero debo llevarlo en los genes.

 

¿Cómo te decides finalmente a asumir esa responsabilidad en el Colegio de Abogados?

Javier Lara, el actual Decano, se presentó, en el año 2012. Conocía a Javier por su hermana Alicia que era amiga mía y porque era compañero de colegio de mi marido. Pero nuestras vidas habían ido cada una por su lado y no teníamos contacto.

Pero él pensó que podía ir en la candidatura con él y me lo ofreció. Nosotros acabábamos de llegar a este despacho, llegamos en julio de 2011. Yo no estaba para nada metida en el Colegio, y aquello me sorprendió. Pero mis hijos eran muy pequeños y le dije que no. Me ponía todas las facilidades y fue muy cariñoso pero no acepté. 

En su segunda legislatura volvió a ofrecérmelo. Y ahí sí pensé que podía ser una oportunidad para aprender y ver la abogacía desde otro punto de vista. Hay gente que participa, que está metido en Comisiones, pero para mí era todo nuevo. Pero confié en él. Éramos 18 y 8 éramos nuevos, así que me lo tomé con un reto para aprender, escuchar mucho, y aprender de los que repetían en el cargo. Me ilusionó y pensé que era el momento de decir que sí y que ya aprendería.

¿Cuál es tu función dentro del colegio como Vicedecana?

Estoy en todo aquello para lo que Javier me necesita. Represento al colegio cuándo él no está. Él ha confiado en mí para que hablemos de la conciliación en el mundo de la abogacía. Desde el Colegio de Abogados fomentemos la conciliación porque es un tema complicado, no es fácil de entender.

Una de las medidas que hemos tomado es que en vez de reunirnos cada semana, la Junta se reúne cada 15 días. Así todo el mundo va con el trabajo hecho, nos hemos organizado bien.

Me ha encargado que lleve el Congreso Jurídico de la Abogacía, que se celebra el 5 y el 6 de octubre en Marbella. Al principio me pareció una barbaridad, pero había un equipo detrás que ya tenía experiencia y a mí me ha tocado coordinar.

El colegio tiene una función social muy bonita al colegio que se llama el Fondo Social, que es un presupuesto para ayudar a compañeros que están necesitados y hay una comisión de la que yo formo parte. También hay una labor social, no solamente al compañero, sino fuera. También coordino una Comisión Normativa, que es normativa y de ordenación profesional, es una comisión para el estudio de todas las normas que nos afecten a nosotros en la profesión.

¿Le dedicas mucho tiempo?

Bueno, hace que te organices mejor. Sí me quita algo de tiempo. Es una cosa más en tu vida. Al final te organizas sabiendo lo que tienes y yo creo que se aprovecha mejor el tiempo. Es llevable.

Comentabas que durante la carrera te gustaba el Derecho penal, ¿qué pasó con eso?

Al final te marcan tus clientes. Te marcan los asuntos que llevas en el despacho. Es verdad que ahora se tiende mucho a la especialización y además yo creo que es lo suyo. Pero cuando yo me incorporé, que era el año 96, empecé a ver a expedientes durante la pasantía, que se llamaba antiguamente, y empiezo a ver lo que hay, el penal no era nuestro punto fuerte. Se llevaba de todo, pero fundamentalmente Derecho Civil, Familia, Seguros y me centré en esas materias. Me apunté al Turno de Oficio, eso sí me hacía tener contacto con el Derecho Penal.

Al ser la más pequeña, ¿te protegieron a la hora de pasarte casos y clientes?

Bueno, no sé si me protegieron, lo que sí que es verdad es que tuve mucha suerte porque no tuve que irme a la calle a buscar trabajo. Tuve la suerte de tener a mi padre y a mis hermanos enseñándome, y la tranquilidad de tenerlos como respaldo. Aunque también me empujaban a que saliese a la calle a buscar clientes.

Nosotros decimos que esto es como una tarta y si empezamos todos a coger de la tarta y no aportamos clientes al final el despacho se viene abajo. Así que por otro lado también tenía que buscarme las habichuelas, y buscarme clientela. Es verdad que muchos clientes a los que he accedí al principio fue porque tenía el respaldo del despacho. Mi padre empezó en el 53,  y era muy conocido, cuando él empezó la abogacía no es como ahora. Aunque me han cuidado también me han metido caña.

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¿Cuál es el caso más complicado que recuerdas de todos tus años de profesión?

Hay algunos que son más complicados porque a lo mejor son cosas nuevas que nunca has visto, entonces tienes que estudiarlas a fondo y no sabes cómo plantearlo, pero son un reto y te incentivan a salir de tu zona de confort.

Sí que recuerdo un cliente en especial que se tardó como 15 años en llegar a obtener una sentencia favorable. Y me acuerdo de ese caso porque hubo como seis o siete procedimientos y mi cliente llevaba razón. Explícale a tu cliente que tú sabes que lo vas a conseguir pero van pasando los años y cada vez hay una complicación mayor… La ley está para utilizarla para bien y para mal. Ese caso sí que recuerdo como que me afectaba mucho porque veía que llevamos quince años y no se solucionaba. Al final se solucionó y bien.

¿La Justicia es justa?

Yo quiero creer que sí, lo que pasa que es lenta. Siempre se dice que cuando la justicia es lenta, no es justa. Yo confío en que la justicia es justa.

¿Te ha pasado alguna vez que hayas tenido que rechazar un caso porque no creyeses en que esa persona llevase razón o fuese injusto lo que pedía?

Nunca me ha pasado. Lo que pasa es que a lo mejor un cliente quiere actuar de una determinada manera con la que tú no estás conforme, y lo que tienes que hacer es conseguir el mejor beneficio para tus clientes. Tú sabes que a lo mejor no vas a llegar al resultado que el cliente espera, pero se lo expones y se lo explicas. A lo mejor lo que quiere no es viable, pero está en ti como profesional explicarle que podemos ir por otro lado y solucionarlo de otra forma. Todo el mundo tiene derecho a defenderse. He tenido la suerte que no he tenido casos que hayan chocado con mis principios profesionales o éticos.

¿Los clientes te dejan desconectar o son los típicos que con el WhatsApp te escriben hasta los fines de semana?

Yo ya he aprendido a separar. Trato cuando estoy en mi casa, y en la medida de lo que es posible, desconectar. A veces no puedes porque tienes vencimientos, porque tienes muchas cosas a la vez, pero en mi familia se ha hecho así, no nos llevamos los asuntos a casa. Mi padre cuando estaba en casa disfrutaba de la familia. No me suelo obsesionar con los temas. Si tengo que trabajar un fin de semana, trabajo lógicamente, y muchos fines de semana he tenido que trabajar pero porque era necesario.

¿En cuántos años tuviste a tus cuatro hijos?

La mayor nació en diciembre de 2000, y los mellizos, que son los últimos, nacieron en enero de 2006.

¿Cómo fue aquello? Estabas esperando uno y de repente eran dos.

Bueno, es que no esperaba ni uno. (Se ríe) Me quedé embarazada sin buscarlo. Tenía dos niñas de 4 y 2 años, y al cuarto mes de embarazo es cuando me entero que vienen dos. Me notaba cansada, muy cansada, pero pensaba que era porque con las niñas y el trabajo no paraba y con el embarazo pues era normal. Un 16 de agosto, no se me olvidará en la vida, fui al médico y me dijo que ya sabía porque estaba tan cansada, que venían dos. Paco y yo nos reímos, nos dio la risa floja… Se me vino todo encima. Dos niñas pequeñas, el trabajo, teníamos una casa muy pequeñita, pero al final de todo se sale.

 

¿Te planteaste dejar el trabajo?

En ese momento no, me lo he planteado en otros momentos. Entonces pensé que para adelante, que en mi casa habíamos sido 6 y que organizándose se sacaba. Después sí he tenido momentos de decir «lo dejo». Tenía esa sensación de que ni era buena profesional ni era buena madre. Me acuerdo de muchas noches en vela y llorando muchas veces. Los veranos los pasaba fatal porque con 4 niños pequeños en casa…Recuerdo una vez que en septiembre subíamos a Ronda a la Goyesca, íbamos en el coche hablando de eso y le dije a Paco que lo dejaba, que no podía más. 

Recuerdo estar en mi casa con los mellizos recién nacidos y la otra con dos años y yo llorando. Estaba trabajando un tema de un turno de oficio que era un acogimiento familiar. Fue durísimo, pensaba: “Yo no puedo estar con cuatro niños y la responsabilidad de este trabajo».

Luego claro, veía a mis compañeros echarle muchas horas, igual que yo antes de empezar a tener niños, no tenía fin. Pero cuando tienes niños, tienes que cortar.

La maternidad es la que marca la diferencia, ¿verdad?

Sí, yo creo que sí. Al final las madres somos madres. Aunque yo creo que está cambiando la sociedad, gracias a Dios, y el hombre está más implicado en la familia y está más con sus hijos que antiguamente, porque la mujer está en el mercado laboral y tiene que ser así. Pero nosotras somos madres y la que casi siempre cede es la mujer. Hay casos excepcionales porque la mujer tiene un puesto de responsabilidad mayor, o por lo que sea, pero en general es así.

Yo veía que tenía que cortar, y veía a mis compañeros que seguían trabajando, que se iban formando más, que se iban preparando mejor y entonces entras en esa lucha de que no tienes tiempo para formarte aunque te gustaría, pero tampoco quieres dejar a tus hijos y no estar con ellos, y ya no digo a tiempo completo sino el estar con ellos tranquila. Pero afortunadamente no dejé mi carrera. 

¿Qué te frenó para no dejar tu profesión en esos momentos de dudas? 

Yo creo que era un poco por no tirar la toalla, luchar. Al final pensé que aunque tenía mis limitaciones, y a lo mejor no podía ser la mejor abogada y llegar adonde otros podían llegar, tenía que ser coherente. Y me dije que tenía que ser trabajadora y leal con lo que hacía, y hacerlo lo mejor posible. Encima tengo la suerte de que era un despacho familiar y a mí nadie me iba a echar…Pero yo quería ser responsable con mi trabajo porque lo he vivido así.

Me propuse fue que el asunto que llevase lo iba a llevar lo mejor posible y  que no me iba a agobiar pensando si podía hacer más cosas o si me podía formar mejor. El caso que tenía lo hacía bien, el tiempo que estaba en el trabajo lo dedicaba a trabajar bien, y no a comerme la cabeza ni a agobiarme. Y cuando llegaba a mi casa mi objetivo era disfrutar con mis hijos. Teniendo eso claro se vive mucho mejor, mucho más feliz. Es verdad que cuando son más pequeños es más complicado. Pero te planteas que las circunstancias no van a poder contigo y sigues.

Luego tengo un marido muy generoso en ese sentido, que me ha apoyado, pero yo tenía claro que tenía que ceder un poco, porque él estaba muy liado profesionalmente y tenía muy buena proyección.

Cuando nacieron los mellizos les plantee a mis hermanos hacer jornada intensiva. Y me costó que lo entendiesen, porque aunque eran mis hermanos y sabían la situación que tenía, ellos no lo habían hecho al tener a sus hijos. Ni mi hermana que tenía dos niñas. Les pedí que me dejasen organizarme. A los clientes se les enseña que las reuniones se tienen a otra hora que no sean las 8 de la tarde. Ahora eso se ve más normal, pero te estoy hablando del 2006.

Llegamos a una acuerdo en todos los sentidos y yo tenía menos dedicación de horas, pero seguía implicada y sacando mi trabajo adelante.

Muchas veces hablamos nosotros de que la conciliación no es trabajar menos, es no estar 14 horas sentada en el despacho, es poder compaginarlo todo y no tener que dejar tu trabajo porque eres madre. Hay fórmulas, eso está estudiado y además se es más feliz. Hay días que te tienes que quedar 14 horas, pues te quedas. Hay días que me voy de aquí a las 10 de la noche, pero que no sea por sistema, que tengas la libertad de organizarte.

Me alegro de no haberlo dejado porque me hubiera arrepentido seguro. El trabajo llena y nos formamos para trabajar.

 

¿Qué tal es llevar temas de Familia?

Ahora somos casi 70 personas en el despacho y estamos todos muy especializados. Ya no llevo esos casos, estoy más centrada en Civil y Mercantil. Los lleva mi hermana con una compañera.

En los casos de Familia no solamente hay un componente jurídico o de negocio, sino familiar y personal. Muchas veces los clientes lo que quieren es que les escuches, o te piden cosas que son imposibles, o te plantean situaciones que tú no puedes resolver, que se salen de tu papel como abogado. Lo que puedes hacer es escucharlos, comprenderlos, pero son situaciones desagradables, claro.

Cada vez hay una tendencia mayor dentro del derecho a la mediación…

Nosotros lo hablamos mucho en el Colegio de Abogados, los abogados siempre hemos sido mediadores. Los abogados siempre tenemos una solución antes de meternos a un procedimiento, en un juzgado. Porque sabemos lo lenta que es la justicia. Siempre se dice: «Más vale un mal acuerdo, que un juicio”. Pero es verdad que ahora está más profesionalizado y es una figura más que tenemos los abogados y es una opción bastante buena.

¿Cómo fue uniros a otro despacho de abogados al ser una empresa familiar?

Nosotros éramos un despacho familiar: mi padre y cuatro hijos en el despacho y más compañeros. Y ellos también eran su padre y cuatro hijos. Teníamos el mismo formato.  Nos conocimos de antes, pero Ramón se presentó a la candidatura para ser Decano del Colegio de Abogados y buscó el apoyo nuestro. Empezamos a tratarnos a partir de ahí. Teníamos los despachos en Calle Linaje, uno en un edificio y los otros enfrente. Y nos ofrecieron unirnos y montar un único despacho. Ya habíamos tenido otra oferta de otro despacho pero nunca habíamos conectado. Pero la filosofía profesional de los Gómez-Villares era muy parecida a la nuestra, éramos bastante compatibles. Nosotros teníamos unas carencias que ellos no tenían y viceversa, así que lo vimos claro; nos aportábamos los unos a los otros. Hubo un proceso de preparación y en 2011 nos vinimos juntos aquí. Lo más difícil fue encontrar un sitio donde cupiésemos todos y con una visión de futuro. Queríamos ser un despacho de referencia en Málaga. Y ha sido un acierto.

¿Cómo lo hubiese visto tu padre?

Mi padre falleció en 2005. ( A partir de este momento sigue contestando la pregunta llorando) Pero mi padre tenía una mente muy abierta y confiaba muchísimo en nosotros. Seguro que esto le hubiera gustado. Este es el futuro de la abogacía, sobrevivir para los despachos pequeñitos es complicado. Ya llevamos 6 años y aunque somos completamente distintos nos entendemos bien. Hay un equipo humano buenísimo, gente joven, gente mayor, gente con experiencia…

Inma con un artículo de su padre

¿Alguno de tus hijos quiere ser abogado?

No. Ninguno. Uno de los gemelos va diciendo por ahí que quiere ser médico como su padre. A mí no me lo dice porque siempre intento influirles para que alguno haga medicina. (Se ríe) Tener a un médico en casa da mucha tranquilidad. Paco es internista y eso nos da mucha tranquilidad a toda la familia. Paco es buen profesional, buen médico, es muy humano… Yo lo veo a él y egoístamente les digo: «El día de mañana tenemos que tener un médico como papá. Uno de los dos tiene que ser como papá”. (Y se vuelve a reír con una risa casi infantil, como si estuviese haciendo una travesura)

 

¿Cómo es estar casada con un médico? Porque tú decías que has aprendido a no llevarte los problemas a casa, pero supongo que para un médico es más complicado hacer eso.

Sí, pero Paco no cuenta penas. Solamente cuándo hay algún problema ridículo en casa siempre lo relativiza todo mucho y dice: «Problemas los que veo yo en el hospital. Eso son problemas, no esto”. Lo que sí es verdad es que aunque él no hable de las cosas que le preocupan del trabajo o de los pacientes, yo se lo noto y con la edad veo que le afectan más y le hacen plantearse muchas cosas. Pero para mí tenerlo cerca y ver la medicina de esa forma es una maravilla.

Inma, al final muchas veces desesperamos y la vida nos va enseñando que hay tiempo para todo, tus hijos ya están más mayores y te permiten hacer otras cosas como implicarte con el Colegio de Abogados…

Sin duda, además que tiene que ser así. La riqueza de la vida es poder hacer un poco de todo. El que se dedica únicamente a trabajar o únicamente al ocio o a la familia yo creo que es un error. Tanto una cosa como la otra. Hay que tener tiempo para la familia, para los amigos, para el trabajo, para formarse, para tener hobbies, inquietudes. Hay momentos en la vida te lleva a dedicarte más a tus hijos porque son más pequeños y hay momentos en que la vida te lleva a que puedas desarrollarte profesionalmente o en otros campos.

Mi momento por ejemplo es un domingo de septiembre bajar a la playa, sin el calor de agosto, y sentir la brisa del mar, antes con los niños más pequeños no podía hacerlo. Ese es mi momento.

Parece que dentro de la “vida normal” de la mayoría de nosotras sigue habiendo un ingrediente común; esa necesidad de buscar el equilibro entre vida profesional y familiar. Una búsqueda que nos lleva a derramar lágrimas de impotencia cuando sentimos que no podemos llegar a todo como el nivel de eficiencia que nos gustaría. Quizás la medida está en una de las reflexiones que hace Inma en esta entrevista. Hacernos conscientes de que la vida son etapas y que la balanza unas veces estará más inclinada hacia un lado y otras hacia el otro. Posiblemente asumiendo eso, y disfrutando simplemente de cada una de esas etapas, dejaríamos de sentir esa frustración. Inma sigue muy pendiente de su vida familiar, de sus hijos, pero ahora también se puede permitir brillar en su carrera profesional. 

Redacción: Ana Porras   Fotografía: Lorenzo Carnero

Inmaculada Atencia, Vicedecana del Colegio de Abogados de Málaga

Abogada en GVA Gómez Villares & Atencia

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

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