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Encarni Navarro

Encarni Navarro

Baja calle Alcazabilla y se le dibuja una sonrisa en los labios cuando nos ve esperándola,  Lorenzo cámara en mano. Las gafas de sol puestas, como si hiciese una mañana espléndida. Aunque el cielo está encapotado las llevo también. Es temprano para una actuación, pero hemos quedado en El Pimpi. El lugar donde miércoles, jueves y viernes actúa en su emblemático Palomar. Encarni Navarro es artista, aunque nunca lo buscó, sé es o no sé es. Las técnicas vocales se aprenden, pero eso no. 

 

He coincidido con ella tres veces en mi vida, pero me da la sensación de que es de esas personas, casi en peligro de extinción, que siempre encuentra el momento para hacerte sonreír, aunque detrás de esa alegría se intuye que también hay cierta dosis de carácter. 

De padre malagueño y madre manchega, criada en Huelín y de familia de la mar, tuvo que reinventarse tras dedicarse unos años a ser “forense marina”. De ese trabajo lo que más le gustaba era el trato con las personas, y es lo que le sigue gustando, aunque confiesa que detrás de la máscara de la artista hay una gran tímida. 

Es la cuarta de 5 hermanos a los que su padre acunó a ritmo de Los Chichos, Los Chunguitos y Camarón. Su hermana pequeña, «la niña», siempre tuvo claro que quería ser cantante, y lo consiguió. A Encarni no le importa que la reconozcan como la hermana de Diana Navarro. Todo lo contrario, está sumamente orgullosa. “¿La estás viendo en “Tu cara me suena”? Es una de las mejores voces de este país. Poco valorada está para lo que merece”, me dice al terminar la entrevista mientras se toma un zumo detox, que le ha recomendado Elena Cobos, y un mollete de jamón cocido. 

Se siente muy malagueña, muy defensora de nuestras tradiciones. Le apena profundamente que se puedan perder. Este año no habrá Zambombá flamenca en el teatro, está preparando algo para otro momento pero no me cuenta qué es. Sí seguirá organizando su zambombá con los niños, porque aunque en el portal de Belén no había youtube, tiene que haber panderetas  y villancicos, “que se están perdiendo”. 

Mira a los ojos. Te lee en la mirada. La miro, la escucho, me cuenta, y me da la sensación de que es “mu buena gente”. Abre los brazos en las fotos, como queriendo abrazar. A diferencia de otros artistas ella no es el centro, el centro es su público, al que también mira a los ojos y entonces, cuando sabe lo que quieren, empieza a cantar. 

Anda por allí Pepe Cobos, que se acerca a saludar: «Yo no soy mujer, pero tengo material para una entrevista», me dice entre bromas. «Loren hazme una foto con Encarni», y se sienta a sus pies en las escaleras que conducen al Palomar. Unas escaleras, que al subirlas, ven la transformación de Encarni de mujer a estrella, como en aquel programa que hacía Bertín Osborne. Aunque Encarni no se transforma en otra artista, si no en ella misma. 

¿A qué te dedicabas antes de cantar?

He sido un poquito de todo. Cuando me preguntan digo que he sido “forense marina”. Y la gente me pregunta si tengo una carrera, y la verdad es que sí; la carrera de estar por lo menos 15 o 16 años detrás de un mostrador vendiendo pescao. Una vez estando en el Cerrado de Calderón me vino una señora y me dijo: “depílame el salmón”  y le dije: «No yo se lo voy a decapitar mejor, que soy forense». De ahí viene lo de forense marina. Terminé con la época del supermercado y por necesidad me puse a cantar, me gustaba cantar y así empecé.

¿ Por qué acabó tu etapa en la pescadería?

Porque llegaron otros dueños y no valoraban lo que estábamos haciendo. Se ha perdido mucho el trato con el cliente, la familiaridad. Yo estuve en un supermercado chiquitito en El Palo, que ellos sí eran familiares. Las clientas no eran simples clientas. Llegaban y te contaban su vida. Las conocías a todas por sus nombres y les preguntabas por cómo estaban de sus achaques o te contaban que se habían peleado con el marido. Era un trato muy personal, de hecho las veíamos más que a nuestras propias familias. Los nuevos propietarios ese trato no lo entendían. Yo estaba en la pescadería, pero si Antoñita, que tenía setenta y pico años, no encontraba la botella de lejía me salía a dársela.

Se pierde ese trato más tradicional. No se puede pensar sólo en vender, vender y vender, hay que tener un poco más de trato con las personas.

 

 

Y,  ¿qué pasa en ese momento?

Pues que se acaba el mundo. Llevas tantos años en el mismo sitio que te crees que es tu vida, que no sabes hacer otra cosa. Te machacas pensado que dónde vas ir tú casi sin formación. Yo he creado un show en el que voy de mujer fuerte, pero en realidad soy muy tímida. En las distancias cortas soy muy muy tímida. Le echo cara al asunto y me he hecho un caparazón para que te rías conmigo, no de mí.

En aquel momento me vi sin trabajo, con 50 kilos más que ahora, tenía la EGB pelada. Tampoco era buena estudiante, empecé a trabajar siendo muy niña. Pero te das cuenta que con una buena familia y unos buenos amigos que te aconsejan bien y te protegen puedes tirar para adelante.

Empecé haciendo un bolo, dos, comencé cantando con gente, no pensaba que esto iba a ser mi vida. Siempre me ha gustado la música pero no me lo había planteado como una  salida profesional.

¿ De dónde os viene eso de cantar? 

Mi padre es el que canta. Desde pequeña siempre nos ha inculcado la música. Recuerdo de pequeños, todos metidos en un Renault 12, yendo para la playa de Torremolinos a bañarnos con la familia e ir escuchando a Los Chichos, La Zíngara, Los Chunguitos o Camarón. Esas canciones que retomábamos yendo a la feria de Albacete todos en el coche durante horas.

Pero también tenías voz, porque yo he escuchado mucha música pero en la vida me plantearía cantar…

A diferencia de mi hermana, que ha sido muy disciplinada, yo he sido más cabra loca. Ella sí tenía claro desde niña que quería cantar. Por circunstancias de la vida empecé a trabajar en el supermercado y no he tenido una formación musical ni un estudio como ella. Ahora sí me estoy cuidando más y tengo mi logopeda y asesoramiento para no hacerme daño en la voz.

¿Quién te dio la primera oportunidad?

La primera oportunidad me la doy yo misma, en el sentido de buscarme la vida. Tenía una necesidad que era tener un trabajo y unos ingresos, y formé un grupo para escudarme de esa timidez que te digo. Creí que yo sola no podía tirar del carro, pero lamentablemente la música en directo no es, y mucho menos en tercera regional como yo estoy, un sitio donde te hagas rica. Tienes que ajustar mucho el caché. Por eso digo que la primera oportunidad me la di yo.

Luego mi gran oportunidad y mi desarrollo como artista se lo debo a Pepe Cobos. Vine a pedirle un patrocinio para una Zambombá que hacía en Navidades y lo que me propuso es que empezará a cantar aquí, en el Palomar.

Semanas antes habíamos estado grabando en este mismo sitio un documental con mi hermana y me venían flashes de que yo quería cantar aquí. Y de hecho se lo comenté a mi hermana. Había estado muchas veces en El Pimpi siendo más joven y tocábamos las palmas y nos regañaban, no se podía ni tocar las palmas ni cantar. Tampoco era de recibo a las horas que veníamos. Pero la sorpresa fue cuando dos semanas después de decírselo a mi hermana, Pepe Cobos me propone cantar aquí. Tengo que agradecerle a Pepe que confiara en mí, porque esto es una ventana abierta al mundo. Es la “Capilla Sixtina” de Málaga. Aquí viene gente de todo el mundo.

Que Pepe Cobos te diese esa oportunidad supongo que sería también para ti un subidón de autoestima como artista…

Sí, porque él me abrió su casa y yo me siento en mi casa. El show que hago miércoles, jueves y viernes siempre es distinto. Depende de la gente que haya y de la energía que tengan hago un espectáculo u otro. No puedo definirlo ni prepararlo. Según veo que está el público así lo enfoco; o más romántico o más cañero, le damos lo que quieren. 

Me gusta que el público participe. A mí no me gusta eso de escucharme como canto porque soy la mejor… Siempre digo que es un show didáctico para olvidarnos de las penas que tenemos durante el día, que nos pongamos las pilas y nos olvidemos. Siempre digo que el mal rollo hay que dejárselo en las escaleras, y después, con un vinito de Málaga Virgen se ven mejor las cosas.

Y el día que eres tú la que ha tenido un día lleno de pena y es el público el que quiere una espectáculo alegre… ¿Te pones la máscara? 

Yo no tengo una máscara, tengo un encofrado. Se lo había visto hacer a mi hermana cuando empezó con las giras y me preguntaba cómo podía salir a cantar con lo que nos había pasado ese día… Pero afortunadamente estamos vivos y aunque lo he pasado mal, porque a lo mejor se ha muerto un familiar, no me imaginaba que tenía esa fuerza de voluntad. A la hora de subirme al escenario siempre he pensado que el público no tiene porque percibir que yo estoy triste o que me duele la cabeza. Nada mas que me sonría alguien que esté disfrutando con lo que yo hago, me transformo, y cuando llego a mi casa si es necesario me hincho de llorar.

 

Siempre tienes una sonrisa en los labios, un chiste, una palabra simpática…¿Forma parte de ese escudo?

Lo que ves es lo que hay. Como toda persona tengo mi rinconcito de intimidad, pero no soy de esconderme. Conecto muy pronto con las personas y si me mira a los ojos y veo que es buena persona me desnudo completamente. Es como me ha pasado con esta entrevista. Ayer estaba preocupada, no me gustan las fotos, soy muy crítica conmigo. Hoy ya me he relajado.

¿Eres muy exigente contigo misma?

No. Soy un desastre. Soy exigente con mis amigos y con mi familia, siempre quiero tener gente buena a mi alrededor. Los quiero a mi lado. He tenido mucha gente en mi vida que no me ha aportado lo que esperaba en ese momento. No es que pida nada a cambio, pero al menos que no me den irritaciones.

Creo que la vida te va curtiendo y te va dando palos y alegrías, pero esto no es un ensayo, la vida es una, aunque haya fases. Te das cuenta que el cariño de verdad te lo dan la familia y los buenos amigos. Con eso me quedo. Lo que ves es lo que hay. Si vienes a aportarme algo bueno, bienvenida seas. Y si te puedo ayudar lo haré, aunque creo que soy la menos indicada para darte un consejo porque conmigo soy un desastre. De hecho, creo que ayudo más de lo que me ayudo a mí misma.

Decías antes que cuando estabas en la pescadería pesabas 50 kilos más…

Esto es una empeño médico del doctor Pepe Rivas, que es maravilloso. Él me dio un poquito de estabilidad. Pero nos opera el estómago y no la cabeza, claro, y yo soy un poco pasota de mí misma. Pero Pepe me ayudó a quitarme 50 kilos de encima, que tendría que quitarme más todavía. Esa inseguridad estaba ahí pero era por los kilos también: mujer y gorda, y eso es muy malo para esta profesión.

¿Lo de adelgazar lo hiciste por los demás o por ti?

Lo hice por mí. Necesitaba agacharme y poder abrocharme los zapatos. Y tenía que haber adelgazado más, pero al menos he ganado en salud.

¿Cómo se vive teniendo una hermana que triunfa a nivel nacional?

Con alegría, porque ha conseguido lo que quería, desde niña siempre ha tenido muy claro que quería ser cantante. Todo lo que le venga lo recibimos con cariño en la familia y creo que debería estar mejor reconocida. En este mundo del espectáculo se miran otras cosas que no es sólo que cante o no bien, y ella en eso no ha querido entrar. Me parece muy bien que no lo haya hecho. Quiere que la valoren por su trabajo.

 

¿Eres “la hermana de Diana Navarro”?

Si te debe dinero, no. ( Nos reímos) A mí no me importa, es la chiquitilla. Soy su hermana y con mucho orgullo. Ella fue la que empezó esto y la que empezó a despuntar. Está feo que yo lo diga pero creo que es una de las mejores voces del panorama musical. Lo pienso así y lo digo así.

Una vez se nos acercó un muchacho en un centro comercial y le dijo: ¿Tú eres la hermana de Encarni Navarro, no? Y ella se partía de la risa.

¿ Tus padres cómo han llevado que os dediquéis a este mundo?

Mi hermana lo tuvo más crudo cuando le tocó empezar. Mi padre, marinero, buen hombre de su casa, su rebaño recogido, cuando la niña dijo: “ Papá, que voy a cantar”, él lo comparaba con desvergüenza y niñas desmelenadas. Pero ya la gente empezó a celebrarle que Diana había ganado uno u otro concurso y se empezó a interesar. A mí me pilló otra época y al contrario, se lo pasa divinamente cuando viene a verme.

Y en todos estos años, ¿cómo te ha tratado el amor?

El amor tiene muchas formas. Yo siempre digo que habiendo amor a tu alrededor da igual que sea de pareja, de familia o de amigos. Yo siempre necesito tener mucho amor a mi alrededor.

¿Sabes estar sola?

No me gusta, pero hay momentos que necesito mi soledad, pero por intentar ordenar un poquito el desastre de cabeza que tengo, pero no me gusta estar sola. Creo que la soledad es muy mala. Nadie se merece estar sola. Si quieres, vale. Pero sólo así.

¿Es difícil despuntar en Málaga y acceder a los teatros?

Yo he tenido mucha suerte. He llamado a puertas y se me han abierto. Yo me valoro muy poco, pero creo que después de 5 años haciendo un espectáculo en diciembre, siempre con lleno absoluto y las entradas vendidas desde verano, es para sentirse muy satisfecha con lo que he hecho. Es complicado porque somos muchos y a todos a lo mejor no nos pueden dar la oportunidad, pero no me puedo quejar.

 

¿Cantas temas propios?

Estoy en ello. No tengo desarrollados muchos temas pero hay alguno por ahí.

¿Compones tú?

La única composición que he hecho es un villancico que se llama “ Dale a la zambomba”.  Y  creo que fue porque están todos tan trillados que me apetecía cantar algo nuevo. Recuerdo cuando éramos pequeños y nos íbamos con mis padres al Bulto andando a cantar villancicos y bajaban los vecinos, cada uno sacaba lo que tenía; anís, mazapán o mantecados. Tenía ese recuerdo tan vivo… Es muy gratificante porque hago una zambombá infantil y los niños, como son esponjas, lo cogen rápido y no lo he terminado cuando ya lo están cantando ellos. Me tengo que poner más a componer, pero como no tengo una formación musical… Por ejemplo, en mi hermana lo veo, ella es una fiera componiendo. Algún día me pondré y algo saldrá.

 ¿Es dura la vida de artista?

Sí. A lo mejor te tienes que ir a actuar y lo que te apetece esa noche es quedarte en tu casa viendo una película tranquila. Pero una vez que subo las escaleras de EL Pimpi me transformo. Es que tengo que hacerlo así, es mejor disfrutarlo.

Es una profesión ingrata, yo ahora he aprendido a no perder dinero. He aprendido a usar más la cabeza, tengo que ser realista. Ya lo que hago lo hago muy pausadamente y gracias a que tengo al lado a Sonia, que es mi agenda con patas, que es la que me orienta. Me ordena muy bien las ideas laboralmente.

Cuando pienso en la edad que tengo no me lo creo. Soy un poco Peter Pan. Es verdad que en el cuerpo sí vas notando que no aguantas lo que aguantabas antes, pero no me creo que tengo la edad que tengo. (¿Ves? Me he portado bien y no la he puesto)

 

¿Este año no hay zambombá? 

Este año nos hemos dedicado a descansar un poco. Todos los años he hecho algo nuevo y este año no podía repetir. Así que estamos trabajando en un proyecto muy bonito que busca que no se pierdan las tradiciones de Málaga.

A los niños les explico que la zambomba no tiene un botón. Ahora con las tecnologías tenemos a los niños un poco abandonados a las tradiciones. Para ellos es toda una experiencia cuando tocan una pandereta o les cuentas lo que eran los corralones y como se vivían allí las Nochebuenas. Simplemente es importante contarles cómo era el compartir entre vecinos y el respeto, que se está perdiendo y hay que recuperarlo.

Hay quien se cree que los cantantes sois una gramola o una ONG. ¿ Te ha pasado eso de estar en cualquier sitio y que te pidan que cantes? 

El otro día estaba aquí con mi familia, en una comida de primos, y me dice un primo mio: “Cantate argo. ¿No te va a cantá ná?. ¡Qué exaboria!” Y le dije: “¿ Me haces una analítica?”. Es ATS en el clínico. Y se quedó cortado. Es como si ves a Ronaldo por la calle y le echas un balón. A mí no me importa, yo canto donde sea, pero es verdad que me apetecía estar con mi familia y no hacer algo que hago todos los días. Y lo entendió.

¿ Cuál es el público más difícil al que te has enfrentado? 

No hay público difícil. Aunque sí es verdad que una vez en un pueblo de Sevilla no había forma de que las criaturas se moviesen, pero es que tenían una media de 80 años y el sonido era muy malo.

Eso hay gente que no lo entiende, la importancia de tener un buen sonido en una actuación en directo.

Por ejemplo, cuando antes me has dicho lo de la ONG;  hay quien te pide que cantes a pelo ante 200 personas y en exterior como si estuviese en El Pimpi. Necesitas unos mínimos. Pero no está valorado. A mí no me importa ayudar pero por lo menos que lo pueda hacer bien.

El año pasado tenía claro que si me daban el Cervantes yo no quería ganar dinero, quería pagarle a los músicos y los beneficios donarlos. Y se lo donamos a la Fundación Andrés Olivares, que para mí Andrés es un ser magnífico… Siempre si es por Málaga no me importa aportar mi arte a una buena causa.

 

¿Te hace feliz lo que haces ahora? Porque realmente no es algo que buscases…

Pues la verdad es que sí. Yo creo que de esto he hecho mi vida.

¿Tiene fecha de caducidad tu carrera en la música? ¿Tienes un plan B?

La voz te puede fallar en cualquier momento. Estoy creando un plan B; una empresa pequeñita para asesorar musicalmente a empresas de eventos o locales que quieran a artistas en directo. Porque esto es más complicado de lo que parece.

Facturar hay que facturar, porque en este mundo que vivimos unos pagan y otros no, pero luego todos queremos una sanidad de primera. Cada uno que haga lo que quiera, pero los políticos en esto están muy equivocados. Si te hacen pagar 300 y pico euros de autónomo, trabajes o no trabajes, hay mucha gente que no puede permitírselo. Hay mucha gente que le gusta dedicarse al cante pero a lo mejor tiene otro trabajo, debería existir una opción en la que se pague una cuota por actuación y no que te tengas que dar de alta de autónomo. El día que se den cuenta de eso los políticos le vendrá muy bien a las arcas. Sería una muy buena opción.

¿ Te irías de gira a Japón?

¿Seguir los pasos de Chiquito de la Calzada?, “Sirrr”. Tendría que ver también en el momento en el que llega, y si es lo que me apetece hacer, pero si hay una buena producción en un principio diría que sí. Todos los días hay que aprender algo nuevo. A mí esto me divierte, si me levanto de la cama y no tengo una motivación positiva mejor déjalo.

Miércoles y jueves actúa en El Pimpi a las 22:30 y los viernes a las 23 horas. Además como ella dice, hace bodas, bautizos y comuniones. 

Confieso que nunca la he visto actuar en El Pimpi, pero me han entrado muchas ganas después de conocerla y de ver casi todos los vídeos suyos que hay en Youtube. Creo que el arte se hubiera perdido mucho si Encarni hubiese seguido ejerciendo de “forense marina”. La vida hace esas cosas cuando no estamos donde realmente tenemos que estar pero nos acomodamos. La echaron del trabajo, se vino abajo, pero encontró su verdadero camino. Por eso, cuando me pasan cosas que percibo como negativas siempre me gusta plantearme: ¿Mala suerte o buena suerte? ¿Quién lo sabe?

Encarni es auténtica, genuina, es artista, pero con los pies en el suelo y la mano en el corazón, aunque las extienda para las fotografías en busca de ese abrazo de su público. He de confesar que es de esas entrevistas en las que redactándolas, ya delante del ordenador, me ha dejado con ganas de más. Es artista hasta para eso…

Redacción: Ana Porras   Fotografia: Lorenzo Carnero 

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